Janet Long
Como muchas otras plantas comestibles, el chile tiene propiedades curativas y, en la época anterior a la Conquista, fue un remedio frecuente para la tos, el oído infectado, las heridas en la lengua, algunos tratamientos para los dientes como la eliminación del sarro o el alivio del dolor causado por caries, esputos de sangre, dolor de ijada, tisis, problemas del aparato digestivo, diarrea, estreñimiento, obstrucciones en el bazo, partos retardados, moretones o hinchazones, mareos y hemorroides.
D.R. © Capsicum indicum, Dibujo de Maria Sibylla Merian. Lámina de Merian’s Drawings of Surinam Insects, ca. 1705. Acuarela y tinta sobre pergamino. British Museum, Londres.
Durante la Colonia, la medicina indígena despertó el interés de los europeos, aunque sus usos se trataron con recelo por considerarlos supersticiones y brujerías relacionadas con el culto mexica.
Hoy día, se usa el chile como un estimulante, contrairritante, rubefaciente, y además para tratar los malestares que se presentan en los aparatos digestivo y respiratorio. Aunque estas medidas son consideradas remedios tradicionales o caseros, investigaciones médicas recientes han comprobado su efectividad como medicamento. Otras contribuciones en este campo son su importante papel como aportador de vitaminas A y C y, en cantidades menores, de E, P, B1 y B2.
D.R. © Capsicum longum, s. XIX. Lámina de The Arts of Knowledge:Educational Botanical Wall Charts, 1870-1960. Tinta sobre papel. Stichting Academisch Erfgoed, Ámsterdam
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