La arquitectura barroca en cinco comunidades queretanas: Jalpan, Concá, Landa, Tilaco y Tancoyol

Eduardo Loarca Castillo

 

Misiones de la sierra gorda Queretana. Mapa e ilustraciónes: Joaquín Ruy Sánchez. Colección Artes de México.

De los treinta y tres misioneros que trajo el padre Mezquía de España, el padre Velazco, custodio de San Fernando, escogió diez para la Sierra Gorda queretana, nombrando como prefecto al padre Junípero y como subprefecto a su fiel compañero y discípulo el también insigne fray Francisco Palau. Salieron de San Fernando el 23 de mayo de 1750 y llegaron, a Jalpan, el 16 de junio.

Para poner en práctica sus principios, los misioneros no vacilaron jamás en tomar con sus propias manos el pico, la pala, el machete, la sierra. Derribaron árboles para abrir nuevos caminos de cultivo, roturaron el suelo, construyeron casas y aprendieron en dónde, cómo y cuándo sembrar la cebada y el trigo, qué cantidad de granos de maíz era bueno poner por metro cuadrado; qué árboles frutales serían los propios para aquella zona; en qué lugar hacer un bordo o alguna presa; dónde había buena cal y arena, dónde buen barro para los adobes y tabiques y en dónde quedaría mejor el establo. (…)

Además de levantar las misiones portentosas se establecieron cinco comunidades prósperas y respetadas: Jalpan: la defensa de la fe; Concá: la lucha del bien contra el mal; Landa: la Virgen María como fuente de la gracia; Tilaco: como glorificación de san Francisco de Asís, y Tancoyol: María como fuente de luz.

En cuanto a lo espiritual, lo cultural y lo material, se puede decir que entre 1751 y 1768, los pames y jonaces llegaron a asimilar la última expresión del barroco en boga. Sin embargo, después de 17 años, una lejana y absurda disposición política tuvo repercusiones para la Sierra Gorda queretana, que apenas empezaba a dar frutos: me refiero a la expulsión de los jesuitas de los territorios de España por Carlos III en junio de 1767.

El carcomido imperio español de la Casa de Borbón llegaba a su ocaso, y las naciones del Nuevo Mundo se alistaban a realizar su liberación. Todo esto influyó de manera determinante en nuestras misiones. Así comenzó la guerra de Independencia en 1810, y con ella muchos años de disturbios y carencias de paz (…) que fueron dejando nuestras misiones en ruinas. (…)

Fotografía: Gonzalo Alcocer. Antigua Misión de Santiago. Actual Iglesia Parroquial de Jalápan. Detalle de fachada. Siglo XVIII.

Fachadas, retablos, pinturas y esculturas, etcétera, son portadores de un mensaje, una historia que a través de la iconografía nos quiere enseñar con elocuencia. En nuestro días, tan materializados y distantes de estos símbolos aparentemente silenciosos, es interesante conocer su significado. Además, como en el caso exuberante barroco mexicano del siglo XVIII, los artistas muchas veces anónimos, se valieron de todo lo que encontraban a la mano, como detalles de objetos, vegetales, exposiciones zoomórficas, para hacer con todo ello verdaderas sinfonías plásticas de oro reluciente, o cantera, o argamasa delicada, que aún elevan los sentidos.

Jalpan: la defensa de la fe

Jalpan proviene del nombre náhuatl xalli-pan-tepetel; que significa “sobre la arena del cerro”.

Fotografía: Lordes Grobet. Antigua Misión de Santiago. Actual Iglesia Parroquial de Jalápan.

En el basamento inferior se encuentra un águila mexicano-hispana devorando una serpiente en ambos lados de la entrada, como un simple detalle decorativo, aunque para algunos también puede representar el águila imperial de la Casa de los Habsburgo. En el friso superior inmediato, hay cuatro granadas en las bases de las columnas estípites, características del barroco del siglo XVIII. Este friso está adornado con flores y guirnaldas. En la concha embutida de acceso, en ambos lados, hay dos nichos en donde se encuentran las esculturas de san Pedro y san Pablo: pilares de la Iglesia Católica. En el primer cuerpo, se levantan cuatro bellas columnas estípites, entre las cuales hay dos nichos. A la izquierda: santo Domingo de Guzmán, contemporáneos de san Francisco de Asís, que a su vez se encuentra en el nicho de la derecha, coronando la concha central de acceso, característico de la orden franciscana, el escudo de las cinco llagas. Divide el primer cuerpo del segundo una sencilla cornisa. En la parte central, sobre el pequeño escudo de las cinco llagas, destaca otro escudo franciscano: el de los brazos cruzados de Cristo y san Francisco.  La figura de este último está representada con su sayal y ambas manos clavadas en una esbelta cruz. (…)

Todos estos elementos iconográficos se encuentran inmersos entre guirnaldas, flores, rocallas, arabescos, roleos, etcétera, tan característicos del barroco del siglo XVIII. Es esta portada de argamasa, que las creativas manos de los misioneros y de los indios pames y jonaces nos dejaron como una muestra espléndida de su sensibilidad espiritual y artística. La torre es de dos cuerpos con arcos de medio punto, columnas salomónicas, almenas barrocas, con su remate poliedro prismático de cubierta y todo lo corona una bella cruz de hierro forjado. A esta misión, la principal de las cinco, tuvieron ligados, entre 1750 y 1770, los misioneros Serra, Palau, Samaniego y Molina.

 

Landa: la Virgen María como fuente de gracia

Fotografía: Lordes Grobet. Misión de Nuestra Señora del Agua de Landa. Sierra Gorda. Siglo XVIII.

Landa procede de la voz chichimeca lan-ha, que significa cenagoso. Esta portada tiene la misma distribución que en Jalpan: de tres cuerpos y remate. No hay en el basamento ningún motivo ornamental ni religioso como en la de Jalpan. La puerta de acceso al templo en el primer cuerpo es de medio punto y enmarca una especie de alfiz, a ambos lados de ésta, entre cuatro columnas estípites barroquísimas, hay dos nichos con columnas salomónicas y conchas estilizadas en el arco de medio punto, en donde encontramos nuevamente a santo Domingo y a san Francisco sobre repisones barrocos, con la característica singular de que aquí ya no llevan ni el perro ni la calavera, sino que cada uno porta la bandera de cruzados de la fe con el escudo respectivo de su orden.

De notable originalidad resulta que las comunas ya mencionadas sirvan a la vez de nichos con arco conopial o flamígero con columnas salomónicas, en los que se encuentran también con sus banderas de cruzados; de izquierda a derecha: san Jacobo de la Marca, san Bernardino de Siena, san Juan Capistrano y el beato Alberto de Sarzana “gigantes de la santidad y columnas de la observancia de la Regla”.

Sobre la puerta aparece con soberana majestad, una escultura de la Virgen María coronada y sus manos juntas en su advocación de la Purísima Concepción. La parte inferior la adornan dos bellos floreros, y en la parte superior don ángeles retozones que abren artísticos cortinajes, y también en la parte inferior, dos ángeles turiferarios, hincados, que permanecen en actitud de adoración. (…)

En la Misión de Santa María de las Aguas de Landa, trabajaron incansablemente los misioneros de Palau, de la Campa, Villaumbrales, Arenaza y Samaniego.

San Miguel Concá: la lucha entre el bien y el mal

Fotografía: Gonzalo Alcocer. Misión de San Miguel de Concá. Sierra Gorda. Siglo XVIII.

Concá puede proceder del náuatl comitl-can, lugar de ollas o del pame, kon-kauk, conmigo. En chichimeca puede significar laguna de ranas. La portada de esta admirable misión, la más pequeña de las misiones de la Sierra Gorda, tiene como marco de entrada un arco elíptico rebajado y compuesto también con una especie de alfiz como en Landa. A los lados hay cuatro columnas dórico-mixturadas, entre las cuales se encuentran dos nichos con arcos de medio punto y repisas que sirvieron para colocar en ellos a san Francisco a la izquierda. La figura de la derecha quizá corresponde a san Antonio de Padua. (…)

Sobre la puerta se ve una cornisa mixtilínea que remata en el centro con armoniosos roleos, que dan nacimiento a una ménsula decorada con hojas de acanto, que sostiene el bello escudo franciscano de los brazos que emergen del mundo, y en el que parece que se clavan un cetro y una espada. ¿Símbolos del poder y de la fuerza espiritual o material? Todo ello enmarcado por un fino cordón franciscano anudado. Remata este escudo singular una corona sostenida por dos gráciles ángeles. Como en las otras misiones, el lucernario del coro, también llamado ojo de buey”, es muy pulido y lo descubren dos ángeles que descorren las cortinas. Culmina esta maravillosa portada con una original concepción de la Santísima Trinidad, representada por tres apuestos jóvenes que, sentados sobre el mundo, dialogan amigablemente.

En esta legendaria misión trabajaron arduamente durante 17 años los padres Magaña, Pérez de Osorio, Murguía y Samaniego.

Tancoyol: la Virgen María como luz de la gracia de Dios

Fotografía: Lourdes Grobet. Misión de Nuestra Señora de la Luz de Tancoyol. Sierra Gorda. Siglo XVIII.

Tancoyol viene del huasteco y significa “lugar de los coyoles” (dátiles silvestres). Esta portada es espléndida, gracias a sus tres cuerpos como el airoso remate almenado con adornos barrocos singulares. Se accede a ella por una escalinata de cinco peldaños que cubren prácticamente toda la portada. En la parte inferior, en el basamento, y como decoración el relieve, aparecen dos floreros entre las bases de las columnas estípites de singular pureza, dentro del barroquismo del siglo XIII, entre las cuales hay dos nichos de arcos conopiales adornados con un cordón franciscano pero sin los nudos, columnas dóricas estilizadas y preciosas repisas, en donde están colocadas las esculturas, de aspecto hierático, de san Pedro con sus llaves y san Pablo con su espada, que forman el primer cuerpo.

Entre el primer y segundo cuerpo, hay dos cornisas que limitan un hermoso friso decorado con motivos florales que se interrumpe a la mitad para dejar lugar al nicho cuadrado donde estuvo una escultura de la Virgen María, en su advocación de la Luz, la cual ha desaparecido.

Entre el segundo y tercer cuerpo, hay cornisa y friso semejante al inferior, y nuevamente cuatro columnas barrocas que enmarcan dos nichos con arcos de medio punto, columnas retorcidas son adorno y repisas diferentes a las ya descritas, en donde se colocaron las esculturas de san Antonio de Padua y nuevamente san Roque con su inseparable perro.

A esta misión franciscana, la sirvieron durante 17 años los padres Sáez de Inestrilla, Antonio Paterna, Ramos de Lora, Miguel de Molina, Antonio Cruzado y, como inquisidor, el mismo Junípero Serra.

Tilaco: glorificación de san Francisco Asís

Fotografía: Lourdes Grobet. Misión de San Francisco Tilaco. Sierra Gorda. Siglo XVIII.

Tilaco viene del nombre náhuatl tlilli-atl-co y significa “en el agua negra”. Tilaco tiene la fachada más risueña y encantadora de las cinco misiones de la Sierra Gorda queretana.

Es un trasunto celeste en donde su entorno nos invita a evocar jubilosos el salmo “Los cielos proclaman la gloria de Dios, sus maravillas canta la creación”.

Se cuenta que cuando se buscaban los mejores lugares para ubicar las misiones, al llegar a este ubérrimo valle, fray Junípero Serra y el soñador fray Juan Crespí dijeron: “En este lugar el cielo y la tierra cantan al Creador, como pregonaba nuestro padre san Francisco, dediquémosle a él esta misión”. Como en las anteriores, la portada de Tilaco consta de tres cuerpos.

Aquí trabajaron 17 años los extraordinarios misioneros Juan Crespí, Miguel de la Campa, Ignacio Gastón, Pascual de Sospedra, Antonio Cruzado y otros.

 

 

 

 


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