Margarita de Orellana

Esta pieza ha sido tradicionalmente publicada como máscara de Tezcatlipoca, aunque recientemente se han cuestionado sus atributos distintivos, pues esta representación no posee los espejos humeantes que caracterizan a dicha deidad, y sus colores tampoco corresponden con ella. En fechas recientes, algunos investigadores proponen que más bien se trata de Mictlatecuhtli, Señor del lugar de los muertos, entre otras cosas, porque es un cráneo y porque el Códice Magliabecchi a veces es representado negro y a veces azul, como en la pieza del British Museum.

D.R. © The Trustees of the British Museum.

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Desde que recuerdo, en los libros de historia y en el lenguaje cotidiano, la palabra azteca denominaba a esa gran cultura que fue vencida por los españoles. Muy poco se usaba la palabra mexica. Según algunos expertos, fueron historiadores del siglo XIX quienes, quizá tratando de enfatizar el origen de ese pueblo que emigró desde Aztlán, decidieron llamarlos aztecas y eso es lo que predominó hasta hace muy poco tiempo. Los especialistas de hoy nos señalan, con certeza, que si los habitantes de México Tenochtitlan se llamaban a sí mismos mexicas, ¿por qué no seguirlos llamando como ellos mismos se denominaban? Por eso este ejemplar contiene dos nombres que en realidad son sinónimos: azteca-mexica. Así, quienes no conocían esta precisión, desde ahora pueden llamarlo mexicas, puesto que se considera un nombre mas pertinente y adecuado. No en balde la sala más importante del Museo Nacional de Antropología e llama Sala mexica.

En este ejemplar buscamos entender la ida de la mortalidad entre los mexicas y explorar sus formas de presentar la muerte a través de sus manifestaciones artísticas. En todos los pueblos hay formas muy específicas de concebirla y de rendirle culto. El mexicano tiene las suyas como producto de varios sincretismos religiosos y sociales. Esto es muy patente en las diversas poblaciones rurales y los exploramos en nuestro número 62 titulado al Día de muertos: serenidad ritual. Pero también lo es en las urbes, como se ve en nuestro número 67, Día de muertos: Risa y calavera. Y de una manera poco conocida en nuestro número 15, El arte ritual de la muerte niña. Pudimos observar costumbres centenarias y vivas del culto a la muerte. Costumbres que despliegan un sentido religioso profundo además de un sentido estético que no deja de asombrar. Esto nos lleva a preguntarnos, casi naturalmente, sobre los posibles ecos prehispánicos que impregnan estas formas tan particulares de rendir culto a los muertos hoy en tantos lugares de nuestro país.

Por eso decidimos explorar ahora en nuestras páginas la concepción de la muerte que tenían los mexicas. Estudiar sus rituales funerarios y sus manifestaciones artísticas. Preguntarnos ¿cómo concebían su destino después de la muerte? ¿Tenían un cielo y un infierno como los cristianos? ¿Temían más a la vida que a la muerte? ¿Tenían una idea del alma similar a la que traían los españoles? ¿Cómo representaban a la muerte en sus manifestaciones artísticas?

Las piezas escultóricas en piedra y cerámica que aparecen en estas páginas relacionadas con la muerte azteca nos revelan la gran importancia que le daban. Son obras monumentales que nos muestran la enorme energía creativa que se desprendía de las manos de estos grandes artistas. Representan la grandeza que según su visión destilaba a la muerte. Estas esculturas parecen querer escapar a la estrechez de estas páginas, son expansivas. Y es difícil para los ojos contemporáneos descifrarlas. Fueron hechas con una visión muy ajena a conceptos estéticos contemporáneos. Y sin embargo tienen un estilo único.

¿Qué habrán querido decir las personas que realizaron estas esculturas enigmáticas? Alcanzamos a vislumbrar en estas piedras la exaltación de una grandeza. Algunas respuestas a los enigmas que plantea este arte mortuorio, sobre sus rituales fúnebres y su concepción de la vida y la muerte, nos son explicados en este ejemplar por autores que llevan muchos años estudiantes esta cultura.

Gracias a la coordinación editorial de Mónica del Villar se presentan aquí respuestas autorizadas y obras asombrosas. Eduardo Matos, asesor indispensable de este número, nos explica cómo la forma de morir en esta antigua civilización determinada el lugar destinado al hombre que dejaba esta vida. Nos introduce a los dioses de la muerte, la pareja formada por Mictlantecuhtli y Mictlancíhuatl, y también a Tlaltecuhtli y su recientemente descubierta escultura frente al Templo Mayor, además de otras diosas, como las Cihuateteo, Tzitzimime, y hasta Coatlicue y Coyolxauhqui.

Ofrenda de niños. Tlatelolco, Ciudad de México. D.R. © MNA-INAH-SC, 2018.

Entendemos cómo los hombres colaboran con los dioses para que el cosmos no se tenga. Y cómo la vida para los mexicas es un eterno renacer. Ximena Chávez nos habla de las diversas exequias y su simbolismo y Lourdes Cué de la muerte de diosas: Coyolxauhqui. Miguel León Portilla, en su magnifico “Memorial  anhua de la muerte” nos hace penetrar en las concepciones mexicas sobre la muerte y sus angustias por la vida; y en la incertidumbre, que sólo la poesía nahua puede expresar.

Esta dimensión poética nos remite a la dimensión artística de las piezas en piedra que representan a los dioses de la muerte. Al reconocer la particularidad del arte mexica, Teresa Uriarte nos explica cómo los artistas contaban con una sólida formación y conocían la geometría y las matemáticas. Eran capaces de realizar formas simbólicas para dar expresión plástica a su visión mítica de la muerte. No sólo su concepto de la muerte era complejo, lo era también su concepto del arte. Y éste es uno de los objetivos de nuestra edición: buscar las formas más impactantes de este arte y tratar de comprender algunos de sus preceptos y su simbología. No quiero dejar de mencionar el texto de Vicente Quirarte, con el que termina este ejemplar, y que nos lleva por el mundo de la literatura para sentir lo que un guerrero mexica vivía al calor de la guerra. Todo este hace de nuevo una edición necesaria e irremplazable.

Brasero del guerrero muerto. Cerámica. Ciudad de México. D.R. © Marco Pacheco.

 

Editorial titulada ¿Pensar la muerte azteca o mexica”, en el número #96 de la revista-libro Artes de México. Máscaras. Muerte azteca-mexica. Renacer de dioses y hombres (2009).


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