Carlos Monsiváis

A la fotografía masificada, las mujeres llegan como objeto de devoción o consumo. Serán las madres abnegadas, las novias prístinas, las divas reverenciables, las mujeres anónimas cuya desnudez trastorna, las vedettes de belleza enloquecedora y simpatía que electriza. (No hay en las tarjetas postales o en las fotos grandes mujeres del pueblo; una vendedora humilde no conmueve o electriza). En las fotos se consuma lo propuesto por el teatro y el cine, la imagen femenina como algo independiente de las mujeres reales, la abstracción que confirma la calidad de objeto tasable cuya misión es agradar y causar ese adelanto del placer que es la excitación. En su boudoir, la modelo se contempla y aprueba ante el espejo la redondez de un seno suavemente aferrado; en su cama, ventajosamente desarreglada, ella mira a la cámara protegida tan sólo por sus medias y un libro entreabierto; con apoyo de unas rosas blancas, ella, clásicamente, toca un instrumento suavemente fálico.

Boxeadora ELF (ed.). Colección particular.

 

El deseo es plural, la mujer es única. Los caballeros porfirianos o los licenciados constitucionalistas compran las tarjetas, las guardan en sus libros de filosofía e historia, las revisan en el ardor del tedio. Lo que hoy es la inocencia recuperada, era oficialmente durante una larga etapa la falta de respeto al hogar, la indecencia de formas que afrentan el recato. En la tarjeta postal, el vicio se desnuda y ofrece sus encantos y la seguridad de su lejanía. Ninguno de los compradores conocerá jamás a esas modelos remotas. Cualquiera, a medianoche, consigue evocarlas en las seguridades mnemotécnicas de su lecho.

Aquellas fotos, previsibles en su momento, hoy resultan una galería de arquetipos de la mujer, según las ideas prevalecientes en la década de 1920. Niña con el dedo en la boca, indita modosa, vamp, cocotte, pájaro de fuego, mexicana de trenzas y sombrero, capitana queridísima, ingenua que usa su candor como cebo, hermosura lánguida, china poblana, diosa de una religión que nadie se tomará la molestia de inventar, demi-mondaine de sombrero de plumas que fuma retadoramente, vedette travestida en gentleman, danzarina folclórica, colombina perfumera, manola en espera del chulo que castiga, boxeadora orgullosa de la debilidad de su enemigo, bailarina del coro, salvaje circundada de la luz de los faros, joven moderna cuidadosamente despeinada, belleza de época sorprendida en pose insensata, personaje de comedia de bulevar en el acto de confesar un affaire reciente […]

Celia Padilla. Núm 1530. Cía. Industrial Fotográfica (ed.). Colección particular.

 

Imagen de entrada: María Conesa. PDS (ed?). Colección particular.

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El artículo completo se publicó en la revista número 48, Artes de México. La tarjeta postal, (1999).

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