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Chucho Reyes

Chucho Reyes fue unos de los artistas más importantes del siglo XX, fue reconocido por su labor dentro del arte popular. Grandes personajes como Luis Barragán y Mathias Goeritz admiraban su calidad en el arte. La presente biografía nos habla más a fondo sobre su carrera artística.

José de Jesús Benjamín Buenaventura de los Reyes y Ferreira, mejor conocido por la comunidad artística como Jesús Reyes Ferreira o Chucho Reyes. Nació en Guadalajara, Jalisco, el 17 de octubre de 1880. Destacó por la habilidad para conjugar los temas de la tradición novohispana con los colores y técnicas del arte popular mexicano.

Ha sido considerado durante décadas como una de las personalidades artísticas más originales de la plástica mexicana del siglo XX. Anticuario, decorador, escenógrafo, personaje de irresistible fascinación, la influencia y el magisterio de Chucho Reyes fueron reconocidos por figuras de la talla de Luis Barragán, Mathias Goeritz, Juan Soriano, Paul Westheim, Octavio Paz y muchos otros, así como Picasso y Chagall admiraron la fuerza inventiva y el colorido de su pintura. ("Chucho Reyes", Lily Kassner, Editorial RM, México 2002).

En 1927, su familia se trasladó a la Ciudad de México, donde estableció su propia galería de antigüedades en la mítica casa de Milán número 20. Este suceso impulsó la etapa más productiva de Chucho Reyes, pues se sabe que solía envolver los objetos comprados por sus clientes en pliegos de papel de china, decorados por él mismo con anilinas diluidas en agua, técnica con la que, posteriormente sería reconocido y que lo mantendría cercano a los valores tradicionales de nuestra identidad cultural.

Su producción destacó por la sencillez en los trazos y la manera con la que combinaba los motivos religiosos de la época virreinal con colores llamativos, vistosos y estridentes, así como la reproducción de seres metafísicos correspondientes al rito católico, la fauna mexicana y temas florales. ("La obra de Chucho Reyes", Secretaria de Cultura).

No se puede hablar de arte en México sin referirse a Chucho Reyes, escribió el poeta Carlos Pellicer, su pintura se nutrió en gran medida del arte popular: materiales, motivos, temas y colorido están tomados, de las fiestas y celebraciones tradicionales del pueblo mexicano.

Es evidente que no intentó expresar ese carácter nacionalista a través de una concepción preestablecida o del folklorismo rampante en el que cayeron muchos pintores en su búsqueda por la verdadera naturaleza del mexicano, después del triunfo de la Revolución Mexicana de 1910, cuando volvimos los ojos a las fuentes primigenias en busca de nuestra identidad.

Esta fue una acción recíproca, es decir, Chucho Reyes no sólo bebió de fuentes populares, sino las enriqueció con su vasta aportación, como certeramente señala uno de sus más célebres discípulos, Juan Soriano: Lo popular lo inventa a él y él inventa lo popular. Es al mismo tiempo fuente y mar.

Chucho Reyes. Personaje de circo. Mixta sobre papel china. 75.5 x 49cm.

Al respecto, David Alfaro Siqueiros nos legó esta contundente opinión:

“¿Un pintor folklorista? ¡De ninguna manera! Eso sería una aberración: Jesús Reyes Ferreira es un auténtico y gran creador de raíz popular. Más creador que no inventa un estilo popular o retrospectivista como todos los formalistas de hoy sino que el estilo popular le sale de adentro, del cuerpo, de la emoción y no del intelecto o la cabeza. Así, es mexicano en forma integral y un ejemplo de estética para nosotros”. ("Chucho Reyes", Lily Kassner, editorial RM, México 2002).

Visionario su particular punto de vista estético es además ejemplo del modernismo mexicano, el cual expresó no sólo pictóricamente, sino también en sus creaciones escultóricas y en su concepción de la arquitectura, disciplina en la que su influencia es determinante en arquitectos renombrados, entre los que se encuentran Luis Barragán, de quien fue consejero estético en el desarrollo inmobiliario del Pedregal, al sur de la Ciudad de México, en la Casa Estudio Luis Barragán y en el Convento de las Capuchinas Sacramentarias. Mathias Goeritz, Max Cetto, Juan Sordo Madaleno y Ricardo Legorreta. ("Chucho Reyes", Lily Kassner, Editorial RM, México 2002).

Chucho Reyes. Caballa blanco con oro. Mixta sobre papel china. 75 x 49 cm.

Desde el comienzo, el artista elige las materias primas de trabajo que reflejan la modesta actitud con que se dispone a pintar. En vez de lienzo y óleo, que tiempo después utilizaría, usa papel de china o de estraza, preparado por él mismo, así como cartón barato. No es de extrañar que sus primeras obras rememoren las festividades mexicanas, ya que son precisamente éstos los materiales de los que se sirve el pueblo para adornar las calles, las iglesias y los jardines en sus celebraciones. El color es un elemento definitivo de su pintura, ya que en ella se refleja el azul cobalto de las ermitas indígenas, las restallantes tonalidades de las flores de papel que adornan los altares, el contraste de las combinaciones de los trajes de danzantes y el diseño de los motivos de la decoración del barro y la cerámica popular. Reyes empleó la técnica del temple, que preparaba combinando anilinas con agua hirviendo y cola vegetal.

Fue en su última etapa cuando Chucho Reyes viajó al extranjero y, en 1967, con 87 años de edad, realizó su primera exposición individual en Bellas Artes.

Falleció el 5 de agosto de 1977, dejó un rico legado de anilinas y acrílicos sobre papel de china, esculturas en papel maché, óleos y biombos llenos de color y vivacidad.

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