
tener un lugar en la vida, un destino entre los hombres.
Álvaro de Campos
Mi padre ha abierto el libro de su corazón
y me habla de la furia y el resplandor del mar.
Yo lo escucho y el cuarto en la noche del sueño
se llena de olas más inmensas;
las gaviotas no duermen, lo sé yo
que a punto de dormirme oigo sus gritos entre los riscos.
Mi padre conoce el mar como la palma de su mano
y su mano está surcada de anchas huellas;
la extiende él sobre mi frente
y me siento seguro.
Voy a cerrar los ojos
porque del mar viene esa luz que no se apaga,
y esa memoria que fluye igual que el agua,
y del mar vienen también los barcos y los vientos,
del mar, siempre del mar
del que aprendimos la profundidad.
Mi padre habla en mis sueños,
dirige mi mirada, mis pasos, mis fracasos
aunque él no lo sepa;
no me habla de aventuras prodigiosas
pues él nunca las tuvo
pero conoce dónde desova la tortuga,
dónde lanza su tinta el calamar,
dónde el barco de arena las almejas esconde,
dónde el cardumen, quieto, busca la oscuridad.
Mi padre sabe eso
y muchas cosas más que no enumero,
y sabe caminar por los sueños
mientras yo me detengo en la orilla del risco
y escucho cómo rompen las olas
y la espuma
hace la orilla cierta
donde no nos perdemos.
Mi padre se detiene en el manglar
de mi sueño. Ata cordeles
y los deja ahí fijos
en la eternidad;
cuando despierto lo descubro lejos.
Ya se ha ido. Vendrá
aunque no me lo diga.
Sé que vendrá.
Mi padre ha salido a la noche
a respirar la sal del mar.
Luego regresa y algo ha olvidado de allí
porque olvidado decirle adiós al mar,
decirle hasta mañana
mientras yo sueño.
Oigo que habla:
confundo sus murmullos
con el suave rumor que producen las olas.
Entre sueños los oigo.
Dice mi padre que los peces brillan
porque han bebido luz de la eternidad;
brillan más que la luna, resplandecen
muchos más que el sol.
Los peces se debaten en la red
y algunos logran caer nuevamente al mar;
dice entonces mi padre: “no morirán jamás,
su tributo han pagado; ya están a salvo
de los dientes del hombre;
pueden dormir tranquilos en las mandíbulas del tiburón”.
Desde el farallón veo los barcos
que rompen la oscuridad y asoman:
pesados saurios ocres
llenos de puntas erizadas;
atracan en la noche de mi sueño,
al despertar los veo:
vivo y sueño
todo a un tiempo.
Hace años ya que no cumple años mi padre,
se ha quedado detenido en la edad del mar,
yo lo contemplo y en él veo
todos los años que entregó a mi infancia
y al resplandor del mar.
Ya no viste mi padre su traje azul de sol,
ahora vive su fatiga
y sus tatuajes son mapas de islas.
Mi padre, esto me digo,
era un señor fuerte como la boca
del tiburón y la tortuga
que no te muerde la tortuga
porque ya no te suelta
sino ante el trueno de la lluvia
con toda su sonrisa muy de mañana,
con toda su mirada llena de porvenir.
Ahora lo escucho hablar a solas
un monólogo eterno con el mar.
Ya no soy niño hoy
pero lo escucho
igual que ayer,
igual que otras mañanas
y me pregunto si aprendió a morir
mientras yo confundía
la esponja que rezuma
con el suave murmullo de su amor.
He perdido a mi padre mientras más lo ganaba.
Por eso ahora lo saco de mis sueños;
le doy estas palabras y un anzuelo
para que no me pierda mientras duermo.
Padre, le digo en mis sueños
lo que aprendí de ti te lo regreso.
Voy a dormir, es todo,
pues nunca más seré
como ayer habría sido.
Juan Domingo Argüelles. Nació en Chetumal, Quintana Roo, el 27 de diciembre de 1958. Ensayista y poeta. Estudió Lengua y Literatura Hispánicas en la FFyL de la UNAM. Es director editorial de la Revista de la Universidad Iberoamericana. Ha sido coordinador de diversos proyectos editoriales en el Conaculta; subdirector de Tierra Adentro; director de El Bibliotecario, de la Dirección General de Bibliotecas. Colaborador de Alforja, Armas y Letras, Casa del Tiempo, Castálida, Comercio Exterior, Dosfilos, El Día, El Financiero, El Gallo Ilustrado, El Universal, La Colmena, La Jornada Semanal, La Razón, Los Universitarios, Memoria de Papel, Milenio, Nexos, Plural, Revista Mexicana de Cultura, Revista Universidad de México, Sábado, Tierra Adentro, y Voices of Mexico. Premio de Poesía de los 450 años de Oaxaca 1982 por Poemas de invierno sobre los huesos de un poeta.
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