Negros y mestizos, mulatos e indios aparecen en la literatura de sor Juana Inés de la Cruz en forma festiva, cantando cada uno a su manera. En el villancico virreinal había un lugar para “los diferentes”. Esa parte se llamaba “Ensaladilla,” y en ella tenían voz las castas.
Fuéronse, amigos, por alto
estos maitines primeros,
pues de los negros las coplas
se han quedado en el tintero.
Es la fiesta de Gloria, y
el ornamento
ha de ser todo blanco y nada
negro.
Los mestizos se retiren con
sus cuatros en el cuerpo, que
son músicos de tierra y están
de solfa los cielos.
Los mestizos no entienden
tanto misterio,
ni levantan sus plumas tan
alto el vuelo.
Quisieron los galleguiños
meterse con su gaitero,
y en fiestas de cortesanos
no suenan bien los panderos.
Os galegos no guelen
flores de óseo,
que non teñe Galicia
sino romeros.
Con sus pies entró un poeta
desangrándose de versos,
que le ha picado en la vena
un esdrújulo barbero.
Andense, pues, a pie
ya los poetas,
porque los entendidos
no anden con bestias.
Con su tocotín los indios
hasta la plaza vinieron,
y al son de su tocatín
todos quedaron en cueros.
Son flecheros los indios;
y tan cursados,
que las flechas que tiran
dan en el blanco.
Sor Juana Inés de la Cruz. Nació en San Miguel Nepantla, Tepetlixpa, el 12 de noviembre de 1648 y murió en la Ciudad de México, 17 de abril de 1695. Fue una religiosa jerónima, escritora y filósofa novohispana, exponente del Siglo de Oro de la literatura en español. También incorporó el náhuatl clásico a su creación poética.Algunos autores la consideran una de las mayores exponentes de la literatura barroca en lengua hispana.
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