02 / 09 / 25
Estética de la copia
George Roque

El autor de este texto intenta definir algunos conceptos para acercarnos al arte de la falsificación de obras artísticas. Las definiciones de lo que son copias, reproducciones, imitaciones, pastiches y parodias ayudan a comprender las sutilezas de este oficio. Alrededor de la imagen de la Virgen de Guadalupe, Roque hace un breve estudio de las múltiples transformaciones y manipulaciones de que ha sido objeto.

Antes de abordar, y para poder tratar el tema de los falsos, me parece útil proponer algunas definiciones de ciertas formas en las que se presentan las imágenes, en la medida en que se puede considerar al falso como una forma particular, o sea un modo, de copia.

Copia

Es la reproducción de una obra, a menudo hecha con el mismo material que la obra reproducida: copia en óleo de una pintura al óleo; copia en mármol de una escultura de mármol. Sin embargo, muchas copias se hacen con otros materiales, por ejemplo, la copia de una pintura por medio de un grabado.

La copia es una vieja práctica muy difundida desde la antigüedad y está relacionada con la estética de la imitación. Por eso ha sido, y es, en algunas escuelas, la base de la educación del artista. Cabe precisar también que la idea de oponer copia y original es muy reciente cuestión a considerar en relación al problema de lo falso. Hasta el siglo XVIII, en muchas colecciones privadas se encontraba una pintura y su copia, ambas obras colgadas en las paredes de la casa del coleccionista; la copia, práctica frecuente, no estaba considerada deshonrosa o vergonzosa, y su precio podía llegar hasta la mitad de la obra original. Se dice a menudo que la copia es el primer paso hacia lo falso; es mejor considerar la falsificación como un caso particular de una práctica general, la de hacer copias con finalidades diversas: hay copias religiosas con valor sagrado; copias que son demostración de virtuosidad, copias como ejercicio pedagógico, para acordarse de una obra, cuando no existían reproducciones en libros, etcétera, copias pedidas por coleccionistas, que querían poseer una copia de una obra que no se podía comprar. Así, por ejemplo, escribió Poussin proponiendo a Chantelou hacer copias “que valdrán más que copias”. Importa señalar que aun la colección de Luis XIV, rey de Francia, incluía centenares de copias.

La copia se distingue de la falsificación de acuerdo con el criterio, de difícil manejo, sobre la “motivación” o “intención”: la copia no tiene propósito engañoso; sin embargo, esa intención puede llegar después de la realización de la copia. Por otra parte, es importante recordar que la idea según la cual falsificar es algo inmoral y reprensible, es reciente en la historia del arte. En efecto, durante el Renacimiento la doctrina de la mímesis preconizaba tratar de dominar a la naturaleza e intentar igual los modelos antiguos; en este sentido, lograrlo era considerado como una prueba de la calidad de la obra: este criterio de calidad era más importante que el de la autenticidad: es decir que si un artista era capaz de engañar a la gente con una falsificación, presentada como obra antigua, había que felicitarle por la calidad de una obra tan lograda como las antiguas. Un caso famoso es el de una escultura de Miguel Ángel, Cupido durmiendo, que él mismo enterró para envejecer y luego vendió como una auténtica escultura antigua al cardenal San Giorgio. Lo más interesante de este asunto es lo que cuenta Vasari en su Vida de Miguel Ángel: cuando el cardenal se dio cuenta de que había sido engañado, devolvió la escultura y recobró su dinero. Ahora bien, Vasari explica, y esto es de gran interés, que el cardenal se equivocó y, a continuación, toma partido a favor del artista: “La vergonzosa acción del cardenal San Giorgio fue universalmente censurado, pues reveló no poseer conocimientos sobre las obras de arte, que valen por sí perfección y no por la época en que fueron realizadas, y los que aprecian más el nombre que los hechos sólo dan prueba de su vanidad. Siempre ha habido gente para la que parecer tiene más importancia que ser”. No solamente Vasari condena al cardenal, sino que por una inversión significativa, considera lo falso digno del estatuto de ser; por el contrario, el hecho de rechazarlo como falsificación consiste en limitarse a la apariencia sin llegar a ser, es decir que la calidad de lo falso radica en la capacidad de engañar al coleccionista.

Reproducción

Consiste en reproducir lo que sea; por ejemplo, una fotocopia es una reproducción; se pueden reproducir sonidos, imágenes, etcétera. Como sabe, esta actividad está protegida legalmente. Los vendedores ambulantes no tienen derecho a comerciar con las reproducciones de cassettes. Puesto que las obras de arte están protegidas por el derecho de autor, para reproducirlas es necesario pedir un permiso y pagar los derechos correspondientes; un caso muy frecuente es, por ejemplo, la reproducción de una pintura en la portada de un libro.

Cuando una reproducción se presenta como tal, no tiene nada que ver con lo falso; sin embargo, en muchos casos, hay intención de engaño cuando se presenta, y se vende, como obra, y no como reproducción. Ejemplo: un cartel vendido como litografía; o bien una serigrafía no numerada, o un grabado, vendidos como obras originales sobre papel.

Adolfo Patiño Proyecto para la bandera de una colonia mexicana Gobelino en lana Taller mexicano de Gobelinos Guadalajara 180 x 280 cm Colección del autor

Cita

Es citar una obra, o fragmento de una obra, dentro de otra, lo que ocurre en particular en los ámbitos literarios, musical o pictórico. La cita puede ser consciente o inconsciente, explícita o implícita y, en principio, es distinta de la falsificación, en la medida en que es solamente una parte de una obra que está citada. El derecho de cita impide también abusos, al reglamentar la importancia de la cita. Los dueños de lugares públicos, en particular supermercados, se protegen al hacer una mezcla de temas musicales conocidos; sin embargo, la cita se limita a los primeros compases, para evitar el pago de derechos de autor, la empresa Muzak se especializó en este tipo de música. Para evitar abusos, la actual legislación estadounidense comete un abuso en sentido contrario, pues es necesario pedir el permiso de citar incluso tres versos de un poema.

Imitación

No es un concepto, en lo que a este tema se refiere, sino una noción vega. Cuando decimos que una obra es imitación de otra, queremos indicar que hay una semejanza, sin que podamos identificar exactamente de qué se trata. Puede referirse a la idea de atmósfera.

Pastiche

Se define como la imitación de un estilo, y no como la copia de una obra particular. La palabra viene del italiano pasticcio, “paté malo”, y se utilizó por primera vez en el siglo XVI, a propósito de un falso Rafael. El pastiche se realizó con frecuencia en el siglo XVIII, como una forma de virtuosismo; en aquella época no se hablaba de falsificaciones: en muchos catálogos de venta, las obras eran atribuidas a su verdadero autor, pero se precisaba que era una obra “a la manera de”, o “en el gusto de”. Un caso a medio camino entre el pastiche y la falsificación es el de Luca Giordano, especialista en pastiches muy logrados con la forma del pintor. Sin embargo, de manera casi invisible, añadía también su propia firma. En una ocasión fue sometido a un proceso, y quienes lo defendieron arguyeron que no tenía la intención de engañar, sino la de demostrar su habilidad. Es interesante mencionar que cuando fue demandado por haber vendido un falso Durero, el juez encargado del asunto lo absolvió; su argumento fue que era muy meritorio haber logrado una obra con un idéntico valor que la de Durero y esto quedó demostrado al lograr engañar a los peritos. Así, técnicamente, muchas son pastiches, en tanto imitan el estilo de un autor.

Parodia

Se trata de una transformación semántica y no estilística de una obra; en este caso la intención puede ser peyorativa, pero en otros, sobre todo en nuestra época, se trata principalmente, de una forma de homenaje; en este sentido, la obra parodiada es generalmente muy conocida, precisamente para hacer notar que hay parodia; por eso, no suelen establecerse lazos entre parodia y falsificación.

Un caso específico: La Virgen de Guadalupe

Para ilustrar algunas de estas definiciones tentativas, el mejor ejemplo es, sin duda, la imagen de la Virgen de Guadalupe. Después de la publicación del libro de Miguel Sánchez, Imagen de la Virgen María Madre de Dios de Guadalupe, 1648, se intensificó el culto a la imagen y, en consecuencia, se multiplicaron las copias de la Sagrada Imagen, a tal punto que Francisco de la Meza ha podido escribir:
“No hay pintor colonial mexicano, después de 1650, que no haya pintado una Virgen de Guadalupe”. Además de las pinturas, el grabado fue otra manera barata de difundir la imagen. Esas copias son de carácter religioso, hechas para satisfacer la demanda tanto de las iglesias como de los particulares. La imagen de la Virgen es la obra mexicana más copiada, pero también la más reproducida. Con las técnicas actualmente disponibles, incluso sobre camisas. Es también una obra muy a menudo citada, generalmente en relación con la idea de nacionalismo, por ejemplo en los calendarios.

Entre las numerosas copias de la imagen se encuentra unas hechas con materiales diversos, incluso han sido utilizados, “popotes”. Este último ejemplo podría presentar una semejanza con la parodia, no en términos icónicos, sino plásticos, entendiendo por parodia el hecho de transformar una obra seria y noble en algo vulgar: el material sagrado de la tilma de Juan Diego se convierte aquí en un vulgar popote. Sin embargo, la intención del artista nunca fue burlarse de la imagen de la Virgen, sino homenajearla. Podría decirse lo mismo de una versión plumaria de ella misma. A primera vista, desde el estrecho punto de vista de la Iglesia católica, tal representación debería ser considerada casi hereje, pues el arte plumario prehispánico. Tenemos aquí un admirable ejemplo de sincretismo, sin ninguna intención despreciativa.

Algunos artistas del siglo XX trataron de cambiar el sentido de la obra. El caso más claro de parodia es una obra de Rolando de la Rosa, donde la cabeza de la Virgen fue sustituida por la de Marilyn Monroe, obra descolgada del Museo de Arte Moderno después de un escándalo en el que lo acusaban de sacrilegio. Otro ejemplo de tratamiento paródico es el Proyecto para la bandera de una colonia mexicana, 1987, de Adolfo Patiño, que representa a la bandera estadounidense, poniendo, en lugar de las estrellas, tres vírgenes de colores verdes, blanco y rojo. El caso de la obra de Julio Galán, Vírgen de Guadalupe, 1990, es más sutil, y menos directamente polémico. El fondo es un collage de varias reproducciones, a diferentes escalas, de la imagen de la Virgen, recortada y recombinadas; el pintor probablemente ha querido hacer un pastiche de la presentación de los exvotos de la Iglesia. Sobre estas imágenes hay una línea amarilla que sigue el bies del vestido de la Virgen y, abajo, una luna roja. Encontrar pastiches puros no tiene un “estilo”. Sin embargo, sí es posible representar a la Virgen de Guadalupe utilizando diferentes estilos. Así, el montaje fotográfico o que realizó Lourdes Almeida, Virgen de Guadalupe, 1987 yuxtaponiendo fotografías polaroid, es un pastiche de las fotos de David Hockney que, a su vez, provienen quizá de fotos hechas por Stefan de Jaeger, quien demandó a Hockney por plagio. Pero, como decía Giraudoux, a propósito de literatura: “El plagio es la base de toda la literatura, salvo la primera que por cierto, es desconocida”.

Lourdes Almeida Virgen de Guadalupe 1987 Montaje fotográfico Polaroid 209 x 109 cm Colección de la autora.

George Roque. Historiador de arte y doctor en filosofía por la Universidad de Montreal, Canadá. Investigador francés invitado del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM.

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