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Fibras antiguas y tejidos sencillos
Kirsten Johnson

Las técnicas textiles en el periodo prehispánico y virreinal es algo que se va descubriendo poco a poco, pues no existen registros de ello, solo en algunas partes del país las mujeres siguen usando esas técnicas. La profesora Kirsten Johnson nos habla sobre el hallazgo de Irmgard Weitlaner Johnson en el arte del tejido textil.

Un buen punto de partida para hablar de los textiles mexicanos de mediados del siglo XX es el ixtle ichtli, una antigua fibra mesoamericana. Hay testimonios de su uso, entre otras muchas fuentes, en fotografía de Roberto Weitlaner, Rodney Gallop y Bodil Christensen en la década de 1930, en fotografías de Irmgard de la década de 1950 y en una serie de imágenes que ella y yo tomamos en el Valle del Mezquital en 1971. En estas últimas se aprecia desde la extracción de la fibra de ixtle hasta la elaboración de un lienzo de ayate.
Ixtle es la denominación en náhuatl para la fibra que se extrae de especies de maguey Agave spp, planta endémica de México. Desde tiempos prehispánicos hasta mediados del siglo XX se han producido con ella redes, macetas, cordeles, sandalias, ayate, mantas. Se teje mediante diversas técnicas; además, se tiñe y decora con bordado y brocados. Pese a que en tiempos prehispánicos estas prendas eran de alto valor y prestigio, para mediados del siglo XX se consideraba como indumentaria de pobres. Entre 1930 y 1960, la producción artesanal del ixtle estaba muy extendida entre los otomíes de Hidalgo y el Estado de México. Hay registros fotográficos que 1930 que muestran a mujeres con quexquémetls, fajas y enaguas de fino ixtle, y hay hombres que portan tilmas de ixtle con brocados. Para 1970, esta fibra se sustituyó por el algodón, la lana y las fibras sintéticas. El tejido con ixtle se limitó a la elaboración de ayates: sencillos lienzos de tejido abierto usados para envolver y cargar productos agrícolas y domésticos.

Mujer nahua tejiendo servilleta de brocado de trama confite. Izocal, Hidalgo.

El chichicastle: una fibra ancestral

Además del ixtle, había otras fibras hiladas a mano muy comunes entre las tejedoras indígenas a mediados del siglo XX, como el algodón, la lana y la seda. Evidencia arqueológica y etnohistórica sugiere que hubo otros materiales, como el izote, Yucca spp, el pelo de conejo, así como plumas de diversas aves de la época prehispánica y virreinal. Una de las fibras más interesantes es el chichicastle, chichicaztli, extraída de un arbusto de la familia de las ortigas que crece en el sur de México.

Durante la época, el uso artesanal del chichicastle ya no era muy recurrente. Como ocurría con el ixtle, procesarlo para hilarlo era relativamente laborioso. El primer paso era cortar los tallos tiernos, quitar la corteza y dejarla secar. Una vez secos, se hervían los tallos por dos o tres horas en agua con cenizas de pino. Se colocaba el material resultante en una piedra grande y se le pegaba con un palo hasta ablandarlo por completo. Cuando las fibras estaban lo suficientemente suaves, se enjuagaban en agua hasta quedar limpias. El resultado era fibra larga, color crema más suave que el ixtle.

El hilo del chichicastle poseía todas las irregularidades de las fibras hiladas a mano, pero era fácil de tejer. Los cotones hechos en telares de cintura eran de tejido sencillo con cara de urdimbre. El tejido de base del chichicastle blanco hacía resaltar las rayas de urdimbre de lana azul oscuro. La tela era de tejido uniforme, con textura suave y gruesa. La fibra se volvía aún más tersa con las lavandas frecuentes.

Tejidos sencillos

El tejido sencillo, también conocido como tejido tafetán o plano, es la forma básica de entrelazar la urdimbre y la trama. En él, el hilo de la trama pasa por encima y por debajo de los hilos de la urdimbre, de tal manera que los elementos horizontales y verticales quedan paralelos y con espacios uniformes. El tejido sencillo es la técnica más difundida en México. Los telares para estos tejidos, como los usados para producir los ayates de ixtle, requieren solamente de un lizo y una vara de paso para controlar los hilos de la urdimbre pares e impares.

Por siglos, las telas más usadas en la indumentaria de los indígenas fueron los lienzos de algodón blanco de tejido sencillo producidos en telares de cintura. A pesar de su sencillez, esta técnica también se usa para crear telas excepcionalmente finas y diáfanas. La versatilidad de los tejidos sencillos permite generar gran variedad de diseños y texturas. Se pueden combinar hilos de diferentes colores o grosores, y entrelazar grupos de dos o más hilos en la trama o la urdimbre para producir ligamentos llamados teletón o esterilla. La tejedora puede cambiar la cara de la tela si varía la densidad de los hilos de la urdimbre o de la trama para crear texturas acanaladas.

Tejidos sencillos arqueológicos

Las telas de tejido sencillo se tiñen con pigmentos naturales o industriales. Irmgard identificó varias técnicas de teñido y pintura que se remontan a la época prehispánica. A principios de la década de 1950, tuvo la oportunidad de estudiar tres fragmentos textiles recuperados en una cueva mortuoria maya. Se trata de lienzos con costuras sueltas e irregulares. Lo que más le llamó la atención eran los diseños policromados pintados a mano y con batik, la técnica de teñido de reserva. Hay también tejidos sencillos prehispánicos adornados con franjas y ornamentos elaborados con otras técnicas. Cuando huipiles miniatura fueron hallados durante la década de 1950 en cuevas de Oaxaca. Debido a las circunstancias en las que se encontraron, Irmgard no pudo determinar su procedencia exacta ni su antigüedad, aunque las pudo estudiar algunos años después.

Mujeres chinantecas. Lacova, Oaxaca. 1935.

Tejidos sencillos contemporáneos

Durante la primera mitad del siglo XX, las telas de tejido sencillo y sus variantes fueron usadas como ropa, cobijas, servilletas, morrales y otros bienes domésticos. La indumentaria hecha en telares de cintura con tejido sencillo se teñían o se bordaban. Los lienzos de tejido sencillo se combinaban con técnicas más complejas. Franjas de tejido sencillo se alteraban con granjas de gasa o servían como fondo para brocados. Estos lienzos se adornaban con bordados realizados con una técnica conocida desde la época prehispánica y promovida por las órdenes religiosas durante el periodo virreinal.

En el transcurso del siglo XX, los lienzos de algodón e ixtle en tejido sencillo hechos en telares de cintura cedieron el paso paulatinamente a los textiles de algodón industrial. Los bordados y otras formas de labor de aguja transitaron con éxito este cambio. Impulsados por la demanda del mercado turístico, los textiles bordados florecieron, mientras que las telas de algodón en tejido sencillo hechas a mano tendieron a desaparecer.

Tejido a cuadros

Se trata de un tejido sencillo que depende de una técnica ingeniosa en la urdimbre, que utiliza dos hilos de diferentes colores. El resultado es un tejido con cara de urdimbre que simula un tejido de esterilla, pero de estructura más compleja. Irmgard observó esta técnica por primera vez durante un viaje a los Altos de Chiapas en 1952, cuando visitó Navenchauc, un poblado zinacanteco tzotzil. En ese lugar las mujeres tejían una prenda de lana que llamaban chamarra; la usaban como chal, para cubrirse la cabeza o la amarraban alrededor de la cintura.

Si bien la chamarra era un lienzo con cuatro orillos con ligamentos característicos de los tejidos sencillos, su diseño se producía por medio de un proceso complicado, basado en alternar una secuencia de dos hilos contrastantes, gris y blanco, en la etapa de la urdimbre, y otra alternancia de los dos colores al tejer la trama. Esto daba como resultado un complejo tejido a cuadros.

Irmgard no sólo trazaba los orígenes históricos de las técnicas textiles, también se interesó por su distribución geográfica. El tejido a cuadro que observó en Navenchauc era una clase especial de tejido sencillo que de ninguna manera tenía la difusión de los bricados o las gasas tejidos a mediados del siglo XX. Aun así, identificó ejemplos dispersos de la técnica entre los mixes, los huicholes y, posiblemente los mayos. En 1960, los hombres mixes de Santa María Tlahuitoltepec, Oaxaca, usaban jorongos hechos de lana café y blanca, hilada a mano, con el diseño de cuadros grandes. Una década antes, los huicholes de Santa Catarina, Jalisco, tejían morrales de lana café y blanca con la configuración característica de cuadros alternados.

Roberto J. Weitlaner. Hombres otomíes cargando cueros de pulque en sus ayates de ixtle. Ixmiquilpan. Hidalgo, ca. 1931.

Kirsten Johnson. Nació el 12 de octubre de 1965. Estudió artes y literatura, es documentalista y directora fotográfica. Actualmente reside en Manhattan como profesora adjunta en la Universidad de Nueva York.

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