10 / 10 / 24
La damas del cuadrilátero
Norma Irene Aguilar Hernández

Una buena parte de la historia de la lucha libre mexicana se escribe en femenino. Y es que las luchadoras han irrumpido en el cuadrilátero a ratos de manera abierta y en otros momentos ocultas en las entretelas de la clandestinidad. En estas páginas, la autora nos narra momentos paradigmáticos de esta aventura apasionada y nos presenta a algunas de sus protagonistas.

Antes de conocer las oficinas de Box y Lucha, la revista especializada más antigua, fundada en 1953, tenía muy poca información sobre la lucha de mujeres; sólo sabía de ciertas publicaciones que habían destinado alguna edición a la lucha libre mexicana y que cedieron un pequeño espacio a la historia de las gladiadoras. También estaba al tanto de que Pedro Ocadiz, el compositor de La cumbia de los luchadores, escribió un tema acerca de las luchadoras, grabado por el grupo Sabor Sonidero, y conocía algunas fuentes del cine que trataban el tema; entre ellas se encontraban los documentos Un rudo oficio, Madre de todas las reinas y La Sarapera, donde las protagonistas narran su experiencia en los cuadriláteros y parte de su vida privada.

En las ediciones de antaño de los diarios La Afición y Esto sólo aparecen los reportes de las primeras extranjeras que hicieron al ring en la década de 1940. Por años, en las portadas de Box y Lucha, semanario conocido en el medio como La Revista Azul, no aparecieron mujeres. La escasa atención de los medios especializados obedecían a la marginación; como corolario estaba el veto que durante más de treinta años sostuvieron las primeras luchadoras mexicanas por parte de las grandes empresas. Por esta razón, la historia de la lucha de mujeres sólo podía hilarse en las páginas de Box y Lucha de 1962, año disponible para consultar, hasta el presente.

Si hay algo que me parece interesante, es que la lucha de mujeres representa todo un fenómeno social y cultural digno de atención, aunque también están quienes consideran una pérdida de tiempo hablar de “marimachas vulgares que no tienen nada mejor que hacer”.

Interiores. Lucha libre. Dos al hilo. Artes de México. 2016.

1935: las luchas de las mujeres de ayer

La participación de las mujeres en la lucha libre se remonta a la década de 1930, pero de esto se sabe muy poco a través de las publicaciones deportivas de la época. Cuando se observan las fotografías de las primeras luchadoras en las páginas amarillentas de La Afición o de Box y Lucha, difícilmente se creería que aquellas hermosas extranjeras que por primera vez subieron al ring de la Arena México fueron de las primeras mujeres en optar por el dolor como profesión. Ya que posan con zapatillas y peinados de salón, en vez de luchadoras parecen modelos de perfumes finos o cosméticos.

El 21 de septiembre de 1933, Salvador Lutteroth González, antiguo capitán del ejército obregonista y antiguo inspector de la Secretaría de Hacienda, instauró oficialmente la lucha libre en nuestro país con la Empresa Mexicana de Lucha Libre, pero las damas comenzaron a escribir su historia hasta julio de 1935. Ese año, Frank Moser trajo luchadoras a México. Hasta entonces, los enfrentamientos entre mujeres eran desconocidos, el arribo de las extranjeras causó desconcierto. La primera función fue el 12 de julio. Un día después, Carlos Vera, redactor de La Afición, escribió: “Mediocre fue la exhibición que dieron en su debut las luchadoras”, donde argumentaba que sólo se efectuaron dos de las tres peleas femeniles; también señalaba que las damas no impresionaron tanto como los hombre. En aquella primera función, Natalia Vázquez, quien fuera, quizá, la primera luchadora mexicana, no luchó porque no tuvo rival. Durante su corta visita a nuestro país, las luchadoras dieron otras dos funciones en la Arena México, ahora sí, junto a Natalia.

En 1936, en Estados Unidos, el luchador Billy Wolfe creó una agencia para mujeres aspirantes a rompehuesos. Entre las que se integraron a sus filas, la destacaba Mildred Burke, quien tiempo después se convirtió en campeona mundial y es esposa de Billy. Para 1942, el grupo visitó México, encabezado por Mildred. Lucharon Betty Garvey, Mae Young y Susana Paul. Las tres actuaciones que sostuvieron, aunque causaron polémica nuevamente, se convirtieron en garantía de taquilla, por morbo, según en La Afición. Volvió Mildred Burke en 1945, acompañada de Mae Young, Nelly Stewart, June Byers y Rosa Evans. De acuerdo con Box y Lucha, se presentaron en la Arena Coliseo el 6 de julio y el 13 y 20 de agosto de ese año.

Por cuenta de la Empresa Mexicana de Lucha Libre, Mildred Burke y su grupo regresaron en 1952 con presentaciones esporádicas. Fue entonces cuando Jesús Garza Hernandéz sostuvo una temporada de funciones en Televicentro, aunque después fue a la quiebra. A partir de ahí, Jack O´Brien y Emilio Charles instruyeron a las mujeres.

De ese grupo surgieron las máximas leyendas mexicanas: Irma González, Toña, La Tapatía y Chabela Romero. Cabe destacar sobre Irma, quien actualmente tiene 77 años de edad, los antecedentes peculiares de su inicio como luchadora. Su nombre es Irma Morales y vivió su niñez en el circo de su padre, quien trabajaba como payaso. En 1955, con tan sólo doce años, fue obligada a subir al ring empujada por la necesidad económica; entonces cambió su apellido por González y empezó a luchar valiéndose únicamente de lo que había aprendido en el circo.

El veto en la década de 1950

En 1953, Bobby Segura y Emilio Charles fundaron Promotores Unidos Mexicanos, PUM. Las luchadoras se integraron, aunque poco después sufrieron los estragos de la disposición de Ernesto P. Uruchurtu, entonces regente de la Ciudad de México, quien las sentenció a trabajar sólo en provincia por considerarlas un pésimo ejemplo social. El veto abarcó el Distrito Federal y el Estado de México. A partir de entonces, escribieron su historia en pueblos rascuachos. Ahí disputaron máscaras, cabelleras, campeonatos, aunque los fajines sólo cambiaban de cintura de Irma González a la de Chabela Romero, y ocuparon el sitio estelar en una infinidad de funciones, muchas de ellas compuestas sólo por mujeres a causa de la buena respuesta de los aficionados. Hay pocos registros de todos esos combates. En la década de 1960, Box y Lucha informaban a través de columnas como “Mi esquina indiscreta”, un espacio informativo y mordaz que consignó las luchas de mujeres que a escondidas propagaban ciertos promotores en escenarios capitalinos y que siempre terminaban canceladas. También estuvo al tanto del éxito que las luchadoras alcanzaron en sus viajes a Japón, Estados Unidos y Alemania, entre otros países. En varias ocasiones, según recuerda Irma González, Mildred Burke volvió a México para buscar a gladiadoras que quisieran ir al extranjero, pero como siempre elegía a las mismas, varías novatas colgaron para siempre sus vestuarios.

Interiores. Lucha libre. Dos al hilo. Artes de México. 2016. p.29.

Dos protagonistas del ring

Irma González le dio vida a La Novia de El Santo a inicios de su carrera. Como su esposa no la dejaba luchar, decidió usar máscara por un corto periodo de tiempo con autorización de El Enmascarado de Plata. También es la luchadora con más cabelleras ganadas, y nunca perdió sus chinos, ni ante Chabela Romero, su contrincante de toda la vida: “Chabe fue mejor que muchos hombres que se decían grandes rudos. Sólo puedo compararla con El Cavernario Galindo. A Chabe le detectaron cáncer en la matriz y murió en 1985; por eso no vio nuestra entrada al Distrito Federal”.

Irma y Chabela protagonizaron los combates más sangrientos. También actuaron en varias películas. Box y Lucha nos dejan ver que su primera aparición fue en Huracán Ramírez. En 1962 se estrenó Las luchadoras contra el médico asesino, donde participaron Martha, La Guera Solís, Magdalena Caballero, Toña, La Tapatía, Irma González y, en el papel de la villana, Chabela Romero. Las Luchadoras contra la momia y Las lobas de ring, ambas en 1964, incorporaron a Magdalena Caballero, Marina Rey y Refugio Cervantes.

Para 1966 se filmó Las mujeres pantera con Betty Gray, Guadalupe Delgado y Marina Rey. En 1968, también dirigida por René Cardona, se realizó Las luchadoras contra el robot asesino, y en 1980, Máscara contra bikini, en la que las luchadoras tuvieron un papel secundario.

Cuando pregunto a Irma González por qué sólo ella y Chabela eran campeonas en los años de veto, responde: “porque la gente nos hizo ídolos. Como no teníamos apoyo de la televisión ni de las grandes empresas, tuvimos que ganarnos al público”. Dice que sus esfuerzos por conseguir igualdad con los luchadores fueron inútiles, porque los dirigentes de la época, Luis Spota, Presidente de la Comisión de Box y Lucha del D.F y Rafael Barradas, Secretario de la Comisión de Box y Lucha del D.F, “eran un par de machos que por poquito se vuelven momias en sus cargos”. Hace años, Irma también dirigió un grupo de luchadoras junto con La Dama Enmascarada, primera campeona femenil oficial, y otras más. Cuando no conseguía gladiadoras, se llevaba a su hermana para que luchara como La Hija de King Kong.

Más protagonistas

Muchas mujeres que merecen destacarse en el mundo de la lucha libre. Una de ellas es Bibiana Ochoa Barradas Estrellita, nieta de Rafael Barradas, uno de los máximos detractores de la lucha de mujeres. Mis cuestionamientos sobre su abuelo tomaron por sorpresa a la rubia gladiadora, quien con su amabilidad característica dijo: “Mi abuelo estuvo al frente de la Comisión de Box y Lucha del D.F por muchos años, e hizo el reglamento de lucha libre en México. Era un machista, mucha gente no me cree pero cuando decidí ser luchadora la noticia causó una revolución en mi casa”.

Estrella, quien ahora trabaja para el CMLL, asegura que actualmente las luchadoras viven un momento especial, donde lo más importante es innovar.

Otra protagonista es Rossy Moreno, quien en 2008 se unió a Martha Villalobos en un nuevo proyecto: Las Guerreras Revolucionarios, una fusión entre quienes trabajaban con Martha en su empresa Los Reyes del Ring, entre ellas estaban Big Mama y Cat Killer, y las que dirigiría Rossy. La sede para sus eventos sería la Arena Naucalpan. Durante su presentación, dijeron que forjarían una nueva etapa en la lucha femenil; sin embargo, unos meses después Martha dijo que difícilmente se ponían de acuerdo y la asociación se separó.

Después del retiro de Lola González en la Arena México, fue hasta 2005 cuando las mujeres volvieron a tener una participación significativa en la Arena México. Marcela y la canadiense Dark Angel se enfrentaron en septiembre de aquel año por el título de campeona mundial. El público reconoció aquel encuentro aventado dinero al ring. Aunque el combate estelar fue de hombres, la coronación de Marcela representó el resurgimiento de las mujeres en el CMLL.

Dark Angel, quien se despidió de México el 18 de septiembre de 2015 para trabajar como instructora en la empresa de lucha más importante de Estados Unidos, marcó una época muy importante. Gracias a su belleza física, disciplina y talento arriba del ring, el público puso más atención a las luchadoras.

Norma Irene Aguilar Hernández. Estudió Ciencias de la Comunicación en la UNAM. Obtuvo el primer premio en crónica en el Concurso 37 de la revista Punto de Partida, en donde también ha publicado cuentos. Además ha colaborado en Fem, Etcétera y De Largo Aliento.

Si te gustaría seguir leyendo este artículo, te invitamos a que consultes la revista-libro Lucha Libre. Dos al Hilo, número 120. Disponible en nuestra tienda física, ubicada en: Córdoba #69, Roma Norte, CDMX. Y visita nuestra tienda en línea donde encontrarás nuestros textos disponibles.