Desde que la Revolución se inició, los productores del cine norteamericano se lanzaron a aprovechar el gran interés que ésta suscitó en el público de su país. Si antes la vegetación peculiar, la arquitectura y las costumbres eran motivos de fascinación taquillera, más lo serían ahora las batallas de ejércitos rudimentarios, dirigidos por líderes pintorescos y muy dramáticos. Un viaje a través del México bárbaro condensaba, para el público norteamericano, todos los aspectos atractivos del exotismo pero, además, en su publicidad presentaba como un atractivo adicional el hecho de que sus imágenes de guerra sí eran piezas tomadas directamente de la realidad.

¿Cómo se inició el interés del cine norteamericano por la Revolución mexicana?. Al desencadenarse la Revolución, la prensa norteamericana fue reseñándola, día tras día, como si se tratara de una novela por entregas. La “guerra mexicana” se convirtió en una narración continua y de suspenso. Era lógico que el cine se interesara en seguir el ejemplo de la prensa, sobre todo los noticieros, que se encargarían de hacer de las imágenes de la Revolución un motivo más de atracción para el público. Si estas imágenes resultaban sensacionales, podrían llegar a ser un éxito comercial.

Sabías que la organización industrial de las noticias filmadas en el mundo coincide con los primeros años de la Revolución mexicana. Desde finales del siglo XIX se filmaron guerras, pero no de manera industrial. A la vanguardia estuvo la Pathé, compañía francesa que organizó a un grupo de fotógrafos para que fueran por el mundo cazando noticias con sus cámaras. Muy pronto otras compañías seguirían sus pasos, aunque no siempre con éxito.Desde 1913 empezaron a llegar a México los camarógrafos de la Pathé (sucursal norteamericana), la Universal (para su noticiero Animated Weekly), la Hearst, la Mutual Film Corporation y la Selig. Poco tiempo después las pantallas de Estados Unidos se llenarían de imágenes que presentaban acontecimientos de la contienda, y la Revolución mexicana resultó en pantalla más inquietante de lo que ya la imaginaban los norteamericanos.

Cuando estalló la Revolución mexicana, el cine sólo tenía 15 años de existencia y muchos de los géneros que se conocen actualmente empezaban a definirse. Los numerosos camarógrafos que llegaron a filmar la “guerra mexicana” eran seguramente jóvenes y audaces, e igno​​raban que su experiencia cinematográfica serviría de ejemplo a muchos otros cineastas que más tarde irían a filmar otras guerras.

Asimismo, estos camarógrafos contaban ya con la breve experiencia legada por otros que habían filmado guerras anteriores a la Revolución mexicana. A pesar de que desconocían el país y de que inevitablemente tenían algunos prejuicios sobre México, estos aventureros de la imagen contaban con una acumulación de conocimientos técnicos y de procedimientos de trabajo.

Además, también contaban con el apoyo de las empresas que comercializaban las noticias filmadas y gozaban de las mismas facilidades diplomáticas de cualquier corresponsal. Los procedimientos de filmación de la guerra se habían puesto en práctica en tres guerras anteriores a la Revolución mexicana. Éstas habían sido cubiertas por camarógrafos aventureros, ingleses y norteamericanos. Se trataba de la guerra grecoturca, en 1897; la guerra de independencia de Cuba, en 1898, y la guerra Bóer de Sudáfrica, en 1899.

Sabias que otra forma de reconstruir las noticias filmadas, muy practicada sobre todo en la Revolución mexicana, consistía en reconstruir escenas que no son verificables, pero que formaban parte de algún acontecimiento conocido.

De esta manera, trataban de mantener la atención del público mostrando escenas de batalla. Sin embargo, muchas veces mostraban al público un México bárbaro, donde las personas usaban sombrero y bigote, y reflejaban un país en convulsión, sin un orden, violento, bárbaro.