27 / 11 / 25
La mosca en el paisaje hñahñu
Jesús Salinas Pedraza

Las moscas no miran destinatarios y revolotean lo mismo entre la gente de las ciudades que entre los campesinos. Pero la relación de unos y otros compañeros es distinta. Estas páginas le dan voz a un hñahñu (otomí) que nos presenta un bestiario de la mosca en la vida campesina.

La mosca es la criatura más odiada por la gente del Valle del Mezquital. Seguramente, esto también es cierto en otros lugares, pues vive en todas partes de la tierra. Las moscas generalmente viven donde hay inmundicia, que es su alimento principal. Se sientan y frotan sus patas delanteras y luego sacan una especie de lengua con la que lamen la inmundicia.

Revolotean por todas partes, y se paran en las narices de algunas personas. Cuando una mosca no molesta a la gente, enfada a los animales. A veces hace enojar a los perros parada en sus narices. Entonces los perros le tiran mordidas, y a veces la atrapan y se la comen. Pero cuando no la atrapan, se escucha el chasquido de sus dientes. Hay gente que los observa, y si oyen a alguna chasquear los dientes, le dicen de chiste: “Tus dientes hacen ruido. Creo que te comes las moscas”.

La mosca negra

Ésta es la especie más abundante. Estas moscas se paran en cualquier cosa que se venda en el mercado que no esté tapada, como la fruta partida que se vende por pieza. Hay gente que cree que, cuando las moscas se paran en sus platos, la mala suerte emanará de ese alimento. No sabe con certeza si esto es verdad o no.

Rodrigo Pimentel Chac mool. 1973. Tinta china sobre papel. 21 x 28 cm. Colección particular.

La mosca verde

Las moscas verdes se llaman donxí en otomí. Se deben matar impedirles que depositen sus larvas en las orejas de los bebés. También la harán en las de los adultos si los encuentran dormidos. Estas moscas son las menos abundantes. Sólo entaran a las casas si algo huele a podrido. Hay días en que se mata un pollo para la familia; entonces, como si alguien la hubiera mandado llamar, viene la mosca verde, come y pone sus huevos. Después de un día o dos, estas larvas maduran y se convierten en insectos blancos, similares a los gusanos. Si les permiten desarrollarse normalmente, se comerán toda la carne y se verán realmente feos. A uno le da asco y lo altera emocionalmente ver estas moscas perforando la carne. Se mueven mucho y cada vez que se paran ponen de 40 a 50 huevos.

Cuando se mata a un chivo se cuece la cabeza por separado porque tiene un sabor especial y, para que la cabeza pueda secarse, se le busca un lugar en el patio donde haya sol. Al retirarla de este sitio, la mosca verde ya habrá depositado sus larvas en la boca, en los ojos y en la cavidad donde se separa el cuello del cuerpo, así que la cabeza se tiene que aventar al fuego para que estas larvas se quemen. Entonces, se pone sal en la carne para que la mosca no regrese a depositar sus huevos.

La gente acostumbra castrar a los chivos para que engorden porque, si están completos, andan sueltos y no engordan. Los testículos de los cerdos, macho y hembra, también son extirpados para que engorden. Al quitarlos, hay que cortar la piel y sacarlos uno por uno. Después, se llena con cenizas el hoyo que queda en el animal y se cose. Me supongo que todo mundo sabe en qué parte del cuerpo están los testículos. Lo mismo se hace con la hembra se abre una parte de la barriga, donde están los ovarios. Si la mosca verde entra en el lugar, deposita sus larvas en la herida del animal, sobre todo si éste no se ha atendido bien. Y las larvas empiezan a crecer. Si el dueño del cerdo no se da cuenta pronto, el animal empieza a enfermarse, y las larvas crecen y se comen su carne. No sé si les da comezón o si les duele, pero he visto a animales infectados con larvas que corren por todas partes y se arrojan al suelo violentamente. Para curarlo, hay que sacarle las larvas, una por una, y luego aplicar una medicina que se llama nthots´ue o criolina. Y con ésta, el animal se alivia poco a poco.

La gente del Valle tiene una expresión para la gente que se presenta en las fiestas sin invitación: “Ahí va esa persona que se parece a la mosca verde. Está en todas partes”. Les gusta ir por un trago de pulque. Algunas personas creen que si alguien está muy enfermo y las moscas verdes revolotean alrededor de su cama, la persona se va a morir.

La mosca que muerde

Por su color esta mosca se parece a la mosca negra, pero sus alas son más abiertas. Vive principalmente donde se encierran animales, como caballos, vacas y chivos. Estas moscas les pican las costillas. Cuando hace calor, algunas partes de estos animales se ven negras de tantas moscas. Tiene un aguijón que se inserta en la piel del animal para beber la sangre y llenar su estómago con ella. Probablemente les hacen cosquillas a los animales porque éstos andan pataleando. En raras ocasiones entran en las casas y pican a la gente. Generalmente pican las manos y los pies. Da comezón donde pican y sale sangre.

La mosca roja

Ésta es una mosca grande, roja, que durante el tiempo de calor zumba por todas partes. Parece ser la más rápida de todas. Su nombre se compone de dos palabras: la primera significa “seguir” y la segunda significa “piedra del hormiguero”, así que su nombre significa “la que busca rocas”. Llamamos godo en otomí a las piedritas que recoge la mosca roja. A veces ésta se sienta entre ellas. No se puede decir lo que hacen, pero he visto ahí moscas rojas, sacando lo que podemos llamar su lengua, como si tratara de lamer las piedritas. De repente, saltan y se van.

Cuando no están en un hormiguero, están en las barrancas. Cuando ven a la gente sentada, se acercan y vuelven a su alrededor. Se van asustadas, pero regresan luego. Se dice que son “mofadoras”. Si uno les tira una roca, huyen tras ella cada vez. Les gusta que la gente juegue con ellas. Uno se puede cansar, pero ellas no. Son los niños quienes prefieren jugar con ellas.

Este animal es diferente de los que ya habíamos visto que son menos limpios. A éstos les gusta lamer la savia del mezquite o se encuentran entre las flores de otras plantas, como el ocotillo o el capulín. Nunca se ven en la carne de otro animal. Se duermen en los hoyos hechos por los insectos que comen la madera de los árboles.

Ernesto el Chango García Cabral. Curules Acuarela y gouache. Portada de la revista Jueves de Excélsior. 4 de abril de 1940. Colección Taller Ernesto García Cabral A C.

Jesús Salinas Pedraza. Nació en el Valle del Mezquital, Hidalgo. Fue informante de Bernard Russell, investigador estadounidense interesado en la lengua otomí. Ha publicado La religión tradicional y religión contemporánea e Historia de la comunidad de El Dexto. Este texto procede del libro Etnografía del otomí.

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