
Desde hace varios siglos se lleva a cabo el ritual de retratar a los niños que acaban de morir, como parte de un ritual más amplio que tiene entre sus propósitos convertir a la tristeza en alegría, festejar la entrada "de un alma pura a una nueva vida".
No han sido tan graves mis errores para pagarlos
con la vida.
sin embargo, hasta el paso de una mosca se paga
con la vida.
También el campo infantil suspiró y tembló a la luz
de la luna
cubierto con una sábana inmensa.
La mujer morena que me cuidaba
se desprendía del suelo y levitaba para ofrecerme el
terror mientras lloraba,
mestiza ocre, cuerpo cálido y lento,
enseñándome el bien y el mal, y sólo ella
me anunció la pisada de fuego y la señal del
réprobo.
Tal vez fue apasionadamente contrahecha,
con un ligero jadeo y el viaje a la profundo de sus
ojos de siglos,
y tan hermosa, con un hilillo de sudor en el canal
de los senos,
se contraía como una medusa cuando la tocaban,
y en vano la llamaré,
y hablaba un idioma remoto desde las lagunas,
sirvienta descalza del sol, la adoradora.
Excitante niñera en las excavaciones del sol con el
incienso de sus axilas,
querida para siempre, única en la muchedumbre de
los helechos,
madre y amante ciega en un lugar de rapiña,
y a quien grita de miedo en la noche ella lo azuza
con una braza,
tierna como un sauce a la orilla del río,
tirada en el monte con sus hombres
su cuerpo sostenía las tormentas en el silencio
nocturno.
“Cree en mí -me decía- los condenados
bailan desnudos en una enorme caldera en la
hoguera de sus pasiones
iluminados por grandes milagros celebrantes”.
Y añadía: “Disuelvete también en el viento
mendigo, querido niño,
obedece piadosamente a las tentaciones,
elegido para el día del Juicio entre las almas
reverentes”.
Vibrante como una estrella para calmar los
lamentos
el ángel de lo tantálico desplegaba con ella sus alas
entre los cuatro elementos,
para el desamparo de futuros amantes que jamás se unirían.
Enrique Molina. Fue uno de los más destacados cultores del surrealismo en la literatura de la Argentina. Tripulante de barcos mercantes, viajó al Caribe y a Europa, y vivió en diversos países de América Latina. En 1952, con el poeta Aldo Pellegrini, fundó en la ciudad de Buenos Aires la revista surrealista "A partir de cero".
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