13 / 03 / 25
Manos creadoras de símbolos
Margarita de Orellana

Las manos de los artesanos poseen la belleza que se obtiene a fuerza de crear obras de una gran vitalidad. Son manos que nos revelan una faceta a veces invisible de nuestro México: la de una cultura popular intensa que igualmente crea objetos bellos e irrepetibles para la vida cotidiana que para los usos rituales. Sus creaciones son testimonio de tradiciones ancestrales que se reinventa día con día; por eso nos hablan de nuestro pasado y de nuestro presente. Y, al hacerlo, nos recuerdan quiénes somos y en qué lugar vivimos.

La mano artesanal cuenta mitos: teje destinos y deshebra los orígenes. El historiador de las religiones Mircea Eliade habló del simbolismo de tejer en casi todas las culturas. Sus descripciones se asemejan al simbolismo de los huipiles de los Altos de Chiapas. Él dice que el oficio de hilar y tejer es principio explicativo del mundo: “la luna hila el tiempo y teje las existencias humanas. Las diosas del destino son las hilanderas”.
Un poema mitológico de la tejedora Lexa Jiménez López, de San Juan Chamula, relata: “Antes se hacían los hilos como ahora hacemos a nuestros hijos. Los hacían ellas mismas con la fuerza de su carne. Cuando empezó el mundo, dicen que la luna subió a un árbol. Ahí estaba tejiendo, ahí estaba hilando. La luna tenía su vara para medir la urdimbre, su komén. Era larga su vara y salía de la copa del árbol. Ya había hilado su hilo. Ya que había acabado el trabajo de huso, medía su hilo con su komén. Tejía en lo blanco de la blusa las semillas coloradas del brocado. Arriba en el árbol amanecía. Ahí estiraba su urdimbre. Si no fuera por la luna, no sabríamos cómo tejer. Es que así nos dejó cómo hacerlo”.

Son los etnólogos quienes más han estudiado el nivel simbólico de los objetos del arte popular, tanto de los que tienen un significado en sí mismo, como de aquellos que forman parte de un todo religioso. A través de sus trabajos de campo nos damos cuenta de que sus símbolos nos revelan algunos aspectos profundos de la realidad de los artesanos y de los que habitamos las comunidades.
Siguiendo una línea de investigación abierta por Marta Turok, Walter F. Morris, en su imprescindible libro Presencia Maya, nos dice que “el huipil es un universo simbólico. Cuando una mujer maya se lo pone, por el cuello emerge en el eje del mundo. Los dibujos del mundo irradian de su cabeza, extendiéndose sobre las mangas y el corpiño de la prenda para formar una cruz abierta con la mujer en medio. En este lugar se encuentra lo sobrenatural como lo ordinario. Aquí, en el mismo centro de un mundo tejido a partir de sueños y mitos, ella permanece entre el cielo y el inframundo”.

Estos investigadores encuentran cifrada una manera especial de pensar el mundo en esa obra tejida. Lo mismo sucede con los trabajos de Alejandro de Ávila en Oaxaca, quien sostiene que, para acceder al nivel simbólico de ciertas prendas, es importante acercarse a sus creadores y escuchar lo que tiene que decir sobre su labor. Este autor señala que es preciso explorar lo que podríamos llamar su pensamiento simbólico: “y juntas, palabras y hebras, amarrar mitos”.
En Presencia Maya, a través de los huipiles, Morris traza la historia mítica de los mayas, así como la influencia que tuvo en esta civilización el contrato en el mundo religioso de los españoles. Nos descifra algunos símbolos mayas que persisten en los bordados y nos explica cómo, a través del tejido, se fueron asimilando las creencias y los ritos del catolicismo. Al final de su estudio nos encontramos que estas prendas son una enorme tela simbólica donde se han tejido y bordado la historia, los mitos, los ritos, los sueños y lo cotidiano.
Marta Turok en su ensayo Del textil textual al texto textil, nos lleva de la mano para entender un huipil ceremonial de Santa María Magdalena, una comunidad del municipio de San Pedro Chenalhó donde se habla de tzotzil, y donde cada bordado tiene un significado cosmogónico y sincrético.

“Como la Virgen le enseñó a nuestras mujeres cómo labrar diseños, cómo escribir en la tela, ellas llevarán la palabra, nuestra palabra a los hijos de los hijos de los verdaderos hombres, el huipil consta de tres lienzos: el central, “su madre”, y los costados, “sus brazos”. Juntos describen nuestro universo en el cual yo, mujer fecunda, estoy en el centro. Así como para las fiestas vestimos las cruces de los caminos -junto al ojo de agua, en el cerro y en la iglesia- con una guirnalda de bromelias y juncias, igual yo tejo una guirnalda alrededor del cuello del huipil porque el brocado total del huipil forma una gran cruz sobre los hombros, el pecho y la espalda”.

Son las tejedoras con sus manos las portadoras de la sabiduría y la conservación de su cultura. Un habitante de Usila, Oaxaca, al mencionar uno de sus mitos me comentó que éste es tan importante que está escrito en los huipiles. Son ellas quienes plasman los símbolos de esa cultura con hilos en un huipil; pero son ellas también las que transforman de forma creativa las influencias de fuera, los objetos extraños, los materiales desconocidos para hacerlos suyos. Se apropian de ellos al integrarlos a su cultura y sus tejidos.
Ellas están en medio del mundo real y el sobrenatural, en el centro del tiempo y del espacio. Son las representantes de la tierra dentro de ese espacio sagrado. Por lo tanto, están investidas de una autoridad especial que ha sido adquirida por méritos y experiencias en la transmisión y difusión de su religiosidad. Son las que visten a la Virgen española de maya y le confiere el estatuto de ser la auténtica portadora de la radiación. Ellas, con sus textiles, vinculan diferentes épocas históricas de corta o larga duración. Cuando la escultura de la Virgen lleva puesto en Magdalenas un huipil de hace cien años y también unos que acaban de tejer despliega tanto la antigüedad como la actualidad de esta tradición. El pasado se renueva en el presente. Al enseñar el tejido a sus hijas, las tejedoras tanto de Chiapas como de Oaxaca no sólo transmiten un oficio, sino todos los secretos y las tradiciones que lo integran: un significado de la vida.

Mencionaré sólo unos cuantos ejemplos de los símbolos de ciertos diseños para mostrar algunos resultados de los trabajos de Turok y Morris. El diamante simboliza al cosmos que para las tejedoras de Magdalena se representa como un cubo con tres planos: el cielo, la tierra y el inframundo.
Al centro del diseño del diamante -que alude al concepto cuadrado del mundo de los mayas-, se encuentra el sol, que es también Jesucristo. Hay un pequeño diamante en cada rincón del mundo. Los diamantes superiores e inferiores están conectados con el sol; está unión significa la trayectoria del sol de oriente a poniente. Para representar el universo se necesitan repetir cuando menos 24 hileras de diamante, pero hay que marcar con una línea las filas nueve y trece: trece son los escalones que acercan a la tierra con el cielo y nueve los que nos separan del inframundo. Los antiguos mayas pensaban que habían nueve capas en el inframundo y trece en los cielos.
En San Felipe Usila, Oaxaca, los huipiles llevan, según la antropóloga Irma García Isidro, una figura especial a la altura del pecho que se llama wo. Esta palabra no tiene significado en la lengua actual, pero probablemente su origen sea “amanecer”. El wo es la figura del rombo, en cuyo centro se encuentra un caracol que simboliza al sol: representa la fuerza de la vida. A través de este caracol, el alma tiene salida para volar al sol en el último suspiro.

¿En cuántas otras culturas de México podremos encontrar similitudes en el simbolismo de sus artesanías? En el caso de los huipiles de Magdalena, Chiapas y de Usila, Oaxaca, existen algunas semejanzas en los símbolos, pero ninguna en los bordados. Si abrieramos el campo de estudio del textil a otros países, es posible que encontráramos, en todos los niveles de análisis, coincidencias en el comportamiento de quienes ejercen este oficio. Así como en los Altos de Chiapas las tejedoras han aprendido “a mover el universo”, en ciertas regiones que poseen un telar -dos tiras horizontales de madera sostenidas por otras dos verticales- llaman a la tira de arriba el cielo, y a la de abajo la tierra. Esos cuatro pedazos de madera simbolizan el universo.
En la historia universal, grandes diosas llevan en sus manos instrumentos de tejido y presiden los ciclos naturales de la vida. En los altos de Chiapas las tejedoras se convierten en un cierto tipo de diosas que designan no sólo los días y sus ciclos agrícolas, sino todo lo que interviene en nuestro destino. En los textiles de Chiapas se mezclan mitos e historias que nos permiten vislumbrar la concepción del mundo de los tzoziles. Sucede algo similar en Ojitlán, Oaxaca, cuyos textiles han sido estudiados muy intensamente por Bartola Morales, quien ha recopilado los nombres chinantecos de los bordados de los huipiles. Las chinantecas de Usila y Ojitlán plasman en sus huipiles la historia de sus antepasados y se cubren de símbolos que propician la preservación de sus costumbres y de su visión del mundo.
En los relatos de las tejedoras ancianas hechos a esa etnolingüística no se distinguen diferentes niveles de realidad: lo sobrenatural forma parte integral de su vida cotidiana. Los hilos unen al cuerpo con la naturaleza y con el universo. De estas prendas surge algo que puede ser considerado por los occidentales una especie de literatura fantástica. Los bordados como forma de escritura desencadena en sus creadores un torrente de imágenes de lo maravilloso, mezclado con mitos.

Si en estas narraciones las tejedoras usan un sinfín de imágenes para describir una realidad mítica, es porque esa realidad se presenta en diversas formas y muchas veces de maneras contradictorias, por lo tanto no es fácil explicar conceptos, sino más bien imágenes que pueden ser interpretadas y vistas de múltiples maneras.

La mano artesanal. Interiores. Artes de México.

Margarita de Orellana. Nació en la Ciudad de México, en 1950. Es historiadora, editora, escritora y gestora cultural. Obtuvo el Homenaje al Mérito Editorial de la Feria Internacional del Libro, 2023. Fue coeditora y fundadora de la revista feminista Herejías, publicada en Francia. Es codirectora de la revista Artes de México y autora de varios libros donde analiza la cultura mexicana, especialmente el cine histórico y documental de la Revolución mexicana.

Te invitamos a que consultes nuestro libro. La mano artesanal. Disponible en nuestra tienda física La Canasta, ubicada en: Córdoba #69, Roma Norte, CDMX. También visita nuestra tienda en línea donde encontrarás nuestro catálogo editorial.