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Nuevo México: Migración de una artesanía
Lane Coulter

En 1985 el autor de este artículo y el artista Maurice Dixon iniciaron una investigación que duró cinco años y culminó en la publicación de un libro. Nex Mexican Tinwork, 1849-1940. Durante la elaboración de este trabajo en las que dos autores localizaron e identificaron más de mil piezas de diversas piezas de diversas colecciones norteamericanas. Desarrollaron distintos métodos para fechar y catalogar los estilos individuales. En este artículo se hace énfasis especial en la relación del trabajo en hoja de lata de esa región con sus orígenes mexicanos.

La primera referencia que se tiene de los objetos de hojalata en Nueva España se encuentra en un inventario del mobiliario eclesiástico de 32 iglesias y capillas, hecho en 1776, por fray Francisco Domínguez. Ahí se enumeran más de 20 piezas de hojalata, entre cruces procesionales, cajas para obleas de consagración y para santos óleos y una corona para la figura de un santo. Se sabe que estos objetos fueron trasladados a Nueva España, desde la Ciudad de México, a mediados del siglo XVIII.

Antes de que México consiguiera su independencia en 1821, Nueva España era un lejano puesto fronterizo del norte de la Nueva España. Olvidado con frecuencia, pobre y poco colonizado, Nuevo México tardó en desarrollar objetos artesanales que no fueran puramente funcionales. De hecho, mucho de su trabajo en metal, particularmente en hierro y cobre, llegaban ocasionalmente desde la Ciudad de México. Cuando los bienes metálicos se desgastan, se les reconstruyó y los refundieron, con lo que se prolongaba su uso. Nuevo México siempre padeció escasez de materias primas debido a su ubicación, la entonces frontera entre Nueva España y Estados Unidos. En contraste, a principios del siglo XVIII, las láminas de hoja de lata eran importadas a Nueva España desde algunas fundidoras de Inglaterra, por lo que estuvieron disponibles para los hojalateros mexicanos a lo largo del siglo XIX.

Después de 1821, los cargamentos de mercancías destinados del interior al norte de México aumentaron rápidamente; al mismo tiempo, se abrió el camino real de Santa Fe hacia Estados Unidos y, durante los siguientes 60 años, caravanas de lugares tan lejanos como Saint Luis, Missouri, pudieron viajar a través de las planicies. Algunos de los primeros cargamentos provenientes del México central y de Estados Unidos probablemente incluyeron una cantidad limitada de hojalata y plomo para soldadura. En la medida en que se dispuso de los materiales necesarios para la hojalatería, los artesanos mexicanos emigraron desde el valle del Río Grande e introdujeron su oficio en Nuevo México.
Durante el verano de 1846 el ejército estadounidense entró a Santa Fe y declaró a Nuevo México territorio de Estados Unidos. El ejército ocupó la región, y construyó una serie de fuertes con cuarteles para los soldados y residencias para los oficiales, por primera vez se vieron en Nuevo México ventanas con vidrios.

En 1851, el papa Pío IX nombró a Jean-Baptiste Lamy cabeza de la igleDe ello resultó una expansión del comercio por el camino real de Santa Fe, por lo cual se contó con una mayor variedad de materias primas, como la hojalata de botes vacíos de comida y aceite de lámpara, y refinamiento doméstico como papel tapiz. Los hojalateros hispano conservaban latas vacías y restos de papel tapiz y, junto con la pedacería de vidrio y espejos, los convertían en marcos encantadoramente complejos para las imágenes pías.
La hojalatería decorativa se desarrolló en Nuevo México para exhibir y proteger frágiles grabados y litografías religiosas de papel. Las primeras imágenes piadosas son grabados en placa de cobre, impresas en México durante la mitad del siglo XIX. Aunque algunos estaban adheridos a lienzos de madera hechos por los artesanos locales, la mayoría se encuentra en los marcos de hojalata forjada y repujada de Nuevo México.
sia católica en la región, y le encargó que ocupará las plazas vacantes de párroco. Lamy reclutó de inmediato a jóvenes curas franceses, a quienes animó a sustituir las viejas imágenes religiosas hechas a mano, bultos tallados y retablos de madera pintados, con modernos santos en yeso y litografías de París. Este estímulo del obispo, aunado a la nueva disponibilidad de materiales, condujo a un crecimiento sustancial del arte de los hojalateros.

Un repertorio de formas

Se crearon marcos con gran variedad de estilos. Los primeros se hicieron bajo la influencia de las formas neoclásicas de los marcos mexicanos, originalmente tomados de prototipos europeos. De forma rectangular, estos marcos mostraban columnas semirredondas unidas por los cuatro lados, con esquinas cuadradas en relieve. Dos marcos del siglo XIX, uno mexicano y otro de Nuevo México, nos ofrecen un perfecto ejemplo de ello. Ambos son sencillos pero formales; tienen columnas semirredondas, con muescas diagonales, que terminan en los relieves de las esquinas. El marco mexicano ostenta una lámina de santa Rita, hecho en óleo sobre hojalata, mientras que el de Nuevo México alberga una litografía hecha por Turbus, de París. Un marco similar del México de mediados del siglo XIX utiliza las mismas columnas unidas y las esquinas en relieve y está decorado con muescas precisas que imitan los anillos torneados de sus antecedentes, hechos en madera. El detalle a pequeña escala se logra mediante el forjado y el relieve. El efecto del conjunto es bastante refinado. Esta pieza enmarca el retrato anónimo de un hombre. Su pareja es el retrato de una dama.

Las diferencias en cuanto a complejidad artesanal son evidentes si se compraran otros dos marcos de México y Nuevo México. Enmarcando una pintura en hojalata de San Miguel, la pieza mexicana posee molduras de curvas invertidas y relieves cuadrados en las esquinas, pero muestra también una elaborada corona y volutas laterales hábilmente ejecutadas mediante técnicas de repujado y forjado. Este marco ofrece un excelente ejemplo de hojalatería mexicana, claramente creada para limitar los marcos mexicanos de plata cincelada y repujada de finales del siglo XVIII y principios del XIX. El marco de Nuevo México, aunque elaborado en su forma, es rudimentario en la ejecución. El intento por reproducir telas abultadas en repujado usando una forjada sencilla da a la imagen un aspecto tieso y primitivo. La pieza, que también enmarca una litografía estadounidense, también incluye relieves en las esquinas y apéndices con volutas en las partes superior e inferior. Hay una marcada similitud con la pieza anterior en la forma de la corona y en la inclusión de una roseta forjada al centro. Es obvio que el diseño de ambos marcos está basado en el mismo modelo.

Los hojalateros de México y Nuevo México hicieron otro tipo de objetos piadosos. El más común era el nicho, un estuche de vidrio y hoja de lata diseñado para guardar la imagen de un santo y otros personajes sagrados. Con frecuencia los nichos eran similares a los marcos, pero con una vitrina saliente y una puerta. La similitud de las formas bidimensional y tridimensional de los nichos de México y Nuevo México es notable. Estas formas debieron haberse originado en México y después llegaron a Nuevo México a través de los hojalateros mexicanos. A pesar de que las cruces son comunes en la imaginería cristiana, aquéllas en hoja de lata son raras en Nuevo México. Las que han sobrevivido están decoradas con pedazos de papel tapiz bajo vidrio, papel pintado o piezas de vidrio pintadas al anverso. Los extremos de las cruces y/o área que está entre los brazos normalmente se decoraban con florones de hojalata o repujada.

Existen dos excelentes ejemplos de cruces de hojalata en Nuevo México. La primera muestra bastidores de papel tapiz, cubiertos con reproducciones de medallones recortadas de un catálogo de artículos religiosos. En medio de los brazos se aprecian medias lunas con sencillez, y un florón de tres lóbulos corona la cruz. La segunda cruz tiene bastidores de papel pintado, montaditos detrás del vidrio y fijados por estrechos canales de hojalata. El área entre los brazos está forjada con formas florales poco comunes. El efecto del conjunto es muy decorativo, aunque restringido.

Interiores. Revista-libro Hojalata. Artes de México.

Lane Coulter. Es maestro en Bellas Artes de la Universidad de Illinois y maestro de joyería y trabajo en metal de la Universidad de Oklahoma. Durante más de 25 años ha exhibido su trabajo de estudio en metal a lo largo de Estados Unidos. Actualmente es profesor de joyería y diseño en el Instituto de Arte Americano, en Santa Fer, Nuevo México.

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