23 / 01 / 25
Kauyumari, el cazador
Gabriela Olmos

En la sierra huichol, existe una historia alrededor de los niños, esta historia ilustra la etapa donde los niños pasan a la adolescencia. Descubre esta historia en Kauyumari, el cazador que marca esta transformación huichol.

Cuando el mundo era nuevo, tan nuevo que los recuerdos no existían y las cosas todavía no conocían sus nombres; cuando los astros inventaban sus caminos y las flores descubrían la primavera, fue creado el primer joven, Tamatsi Kauyumari, que podía jugar todo el tiempo porque, como todo era tan nuevo, las reglas no existían aún. Así que corría por la sierra persiguiendo a los venados y, de cuando en cuando, cazaba algunos para comer.

Pero los dioses no podían permitir que la vida de Kauyumari fuera sólo diversión. Así que un día dejaron caer sobre la sierra a una hermosa venada a la que Kauyumari persiguió por horas bajo el rayo del sol. Él la acechaba con arco y flecha, y ella se escondía entre los matorrales para ver si el cansancio vencía al cazador. No sabemos si fue la fatiga o fue la insolación, pero de pronto Kauyumari comenzó a encontrar a la venada cada vez más hermosa: sus mejillas se tornaron rollizas, sus labios se pintaron de color del fuego…

La metamorfosis ocurrió frente a los ojos de Kauyumari: poco a poco el cuerpo de la venada se transformó en el de una criatura tan hermosa que sólo podía ser llamada “mujer”. Pero ésta no fue una transformación fácil. La venada se convirtió en mujer que se acercaba a Kauyumari orgullosa de sus encantos, y después otra vez en venada que huía a esconderse entre los matorrales, y luego nuevamente en mujer. Hay quien dice que hasta la fecha esta metamorfosis sigue en curso, y la llaman seducción. Pero no podemos saber si tal arte nació entonces porque, cuando todo esto sucedió, el mundo era nuevo, tan nuevo que tampoco había poetas que dieran cuenta del origen del amor.

Kauyumari corrió muchas lunas tras la venada en plena transformación. No supo del hambre ni del cansancio, hasta que se vio a sí mismo en un lugar nocturno y húmedo que no reconoció: aquello iba a ser el país de los muertos, claro, cuando los hubiera, porque por lo pronto era sólo un descampado con unas cuantas matas. Kauyumari trató de iluminarse con la belleza de la venada, pero al alejarse, como siempre, ella se perdió en las tinieblas. Fue en aquella soledad cuando él descubrió el temor: era una sombra inmensa que lo aplastaba contra el piso, algo nunca visto en aquel mundo nuevo donde el miedo no había encontrado lugar.

“¿Qué voy a hacer?”, pensaba Kauyumari cuando de pronto sintió esa patada en el vientre que es el hambre; luego tuvo frío, después sed, y al final, lloró. Acostumbrado como estaba a juguetear todo el día, Kauyumari tuvo que descubrir a la venada para aprender que la vida a veces tiene un cierto sabor de incompleto y que también existe el dolor.

Fue entonces cuando él se sentó junto a unos extraños matorrales de aquel país lejano y se dejó abrazar por la desolación. Desesperado cortó una rama que le pareció apetitosa, se enjuagó las lágrimas y la mordió. “No sabe tan mal”, se dijo a sí mismo. Y cortó más y más, y más ramas de aquellos arbustos, y todas se las comió.

¡Había probado el alimento del país de los muertos! Los dioses lo vieron y acordaron darle una lección: Kauyumari se convirtió en un venado de dulce mirar. Los dioses se reían pensando que aquello era un castigo. Pero ¡ja!, con el ágil cuerpo que estrenaba alcanzó a la venada que lo observaba escondida en aquel extraño lugar.

Y ella se rindió atónita, sorprendida ante la belleza salvaje de aquella criatura que se había convertido en presa por ser cazador.

Todo esto sucedió cuando el mundo era nuevo, cuando las cosas todavía no tenían una forma definitiva. Y por eso ocurría con frecuencia el arte de la transformación. Pero hay quien dice que esto sigue sucediendo en la sierra huichol, y que cuando llega a los niños el tiempo de dejar de jugar, ellos corren para flechar al venado en una cacería que ciertamente los cambiará.

El venado. Alba Herrera. 2015. Interiores. Revista-libro La búsqueda del venado. No. 117. Artes de México.

Gabriela Olmos. Es escritora, editora y traductora. En 2009 fue candidata de México al Astrid Lindgren Memorial Awards. Su más reciente publicación, en su edición en inglés, I dream…A book about hope, fue coeditado por Groundwood Books en apoyo a la fundación Children in Crisis. El cuento aquí está escrito originalmente por los lectores adolescentes, y pertenece a El sueño de los dioses.

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