El mezcal es una bebida nativa de nuestro país, y existe mucha información sobre su origen, elaboración, y producción. Pero ¿cómo podemos nombrarlo? ¿Cómo podemos describirlo? En esta ocasión, el periodista Ulises Torrentera se lanza en busca de un nuevo vocabulario que sea exclusivo del mezcal.
Estas líneas no pretenden conformar un manual, ni siquiera un instructivo con reglas válidas siempre y en todo caso; son algunas definiciones de quien se ha llamado a sí mismo mezcólatra, que más allá de toda teoría prefiere la praxis.
Mezcalaria: Toda fiesta que presida el mezcal.
Mezcalier: El que degusta mezcales. El término es una combinación de mezcal y sommelier. Evidentemente se contrapone a un término ya acuñado: tequilier.
Mezcalómano: Persona afecta y aficionada al mezcal.
Mezcanauta: El que viaja a través del mezcal, cualquier cosa que esto signifique, y no se queda en el viaje.
Mezcasiarca: El que preside la mezcalería. Es la versión mexicana del simposiarca o “jefe de banquete” griego.
Mezcófago: El que, literalmente, traga, no bebe mezcal. Acaso tendrá dos acepciones. Si se dice que el mezcólatra es mezcófago, bien podemos decir que bebe en cantidades industriales. También es aquel que bebe por beber, exageradamente.
Mezcófilo: Literalmente, el que quiere al mezcal. Es también el que prefiere el mezcal a otras bebidas, pero sus conocimientos para probarlo son limitados. Gusta de otras bebidas.
Mezcóforo: El que porta el mezcal. El que lleva el mezcal en las venas. También se le puede decir así al cantinero o al mesero.
Mezcólatra: El que conoce la historia, los ritos, los procedimientos de elaboración, las propiedades; y gusta y degusta mezcal.
Mezcólogo: El que estudia el mezcal, desde su historia hasta el proceso de elaboración.
Vaya, pues, estas observaciones, fruto de la experiencia propia y ajena: En primer lugar el bebedor debe estar anímicamente dispuesto a enfrentarse a una aventura excepcional, cuyos frutos pueden ser funestos o agradables. Normalmente sólo se sufre la leve molestia llamada “cruda”, aunque sucede que otros amanecen mortalmente heridos. Pero esto no a consecuencia del mezcal ni de la botana, sino porque se ingirió el destilado en cantidades industriales y probablemente estaba adulterado. Después de tomar un excelente mezcal, cualquiera amanece con ganas de poblar el planeta entero. Sin embargo, el mezcal per se no es afrodisíaco.
El bebedor escoge a sus contertulios. Por ningún motivo se trate de reconciliar con el enemigo frente a una botella de mezcal. Ocurre que a veces los instintos se disparan: se puede amanecer en la cama junto al nuevo amigo, o bien en la fría plancha del anfiteatro.
Si se opta por convivir con el enemigo se deben buscar los servicios de un mezcasiarca para evitar cualquier desaguisado. El lugar es importante en grado sumo. El medio ambiente predispone el espíritu del bebedor. En un ambiente relajante es posible relajarse y, a un tiempo, echar relajo sin llegar al extremo de molestar a terceros.
El mezcal hay que tomarlo con medida, y todos sabemos que una medida de mezcal equivale a un galón. La copa de mezcal se degusta y no se toma de un trago, quien así lo hace es un vulgar mezcófago, un añorante de Pedro Infante o un ignorante en el arte de beber mezcal. Únicamente una excepción: cuando te ofrezcan un trago de mezcal en una festividad o celebración comunal. En todo caso, sigue tus predisposiciones etílicas, pero nunca compitas porque aún cuando ganes, siempre saldrás perdiendo.
El buen mezcalier o mezcólatra nunca combina, ni aún en los mezcales, cuando se está en disposición de disfrutar la bebida plenamente. Como a las mujeres, hay botellas de mezcal que no se comparten. Lo mismo es válido en sentido contrario. Con tus amigos o conocidos no presumas de mezcalier. Recuerda, y eso lo dice un mezcólatra de cepa, el mejor mezcal es el que está enfrente.
Si tu pareja te engaña, toma mezcal; si sospechas, toma mezcal. Si eres infiel, toma mezcal. Si dudas, toma mezcal. En todo momento y en cualquier condición, toma siempre mezcal. Ya lo dice el dicho: para todo mal, mezcal; para todo bien, también.
Mucho queda por escribir acerca del mezcal, pero sobre todo de la forma de degustación. Apúntate y recuerda que, aunque sea ardua la tarea, nos queda el consuelo de poder mitigarlo con mezcal. Tómese como se tome, con limón, sal de gusano, de un solo trago, a sorbos, pero siempre en compañía, debes considerar que el mezcal, en tanto una bebida espiritismo, debe respetarse. El mezcal es para consumo sacro, todo exceso es profano.
Salud.
Ulises Torrentera. Es periodista, escritor y un mezcólatra profesional. Ha sido coordinador de secciones y suplementos culturales; corresponsal de periódicos y revistas de circulación nacional, de información general y cultural. Ha escrito varios títulos en torno al mezcal, entre lps que se destacan Mezcalaria, Miscell mezcalacea y Breve guía del mezcal, de donde fue tomando este fragmento.
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