08 / 10 / 24
Contra el Monopolio de “Los tres grandes” 1930-1950
Dina Comisarenco Mirkin

A pesar de que las artistas norteamericanas fueron bien recibidas en el temprano movimiento muralista, y del éxito de la obra de Aurora Reyes durante la década de 1930, el paìs comenzò a dar señas de una fuerte resistencia a la participación femenina en este campo. A inicios de la década de 1940, hubo mujeres que, bajo la dirección de Frida Kahlo, incursionaron en murales colectivos junto con colegas varones. A medida que el movimiento se consolidó y que los “tres grandes”, Rivera, Orozco y Siqueiros, obtenían la mayorìa de los encargos públicos, el camino comenzó a cerrarse peligrosamente para ellas.

En su fuerte denuncia publicada en El Nacional, titulada “María Izquierdo vs. Los Tres Grandes " Izquierdo refiere: “los casos particulares nunca importan mucho, pero ahora son menos importantes que nunca…Lo importante, lo esencial, o urgente, lo dramático, es ese peligro por el que atraviesa la pintura mexicana y, por ende, la cultura nuestra”. Su indignado y valiente artículo no sòlo nace de la cancelaciòn de su proyecto mural, sino que pone de manifiesto los peligros del monopolio artístico que habìa surgido a partir de la fundación de la Comisiòn de Pintura Mural, en 1947, la cual estaba integrada por Rivera, Orozco y Siqueiros, y que para entonces era muy evidente. Dicho monopolio, que se remonta a la época que tratamos, se reflejaba en la tipificación de temas y de estilo que estaban reproduciéndose de forma crítica, y atentaba contra la libertad de expresiòn y la diversidad que antes habìa caracterizado al movimiento.

En la década de 1930, el muralismo en los edificios públicos gubernamentales se centraban casi exclusivamente en la obra de Diego Rivera, quien había alcanzado su enorme reconocimiento tanto en el país como en Norteamérica. José Clemente Orozco, en estos mismos años, realizó obras importantes en Estados Unidos. David Alfaro Siqueiros también pintó obras individuales y colectivas en el exterior, como ha sido referido en el capítulo previo. (…).

Aurora Reyes

Es poco reconocida en la literatura especializada del arte mexicano del siglo XX, Reyes fue una figura central del renacimiento cultural de la década de 1930. Nació en Hidalgo del Parral, Chihuahua, en 1908. Su abuelo, el general Bernardo Reyes, había dirigido en 1913 la revuelta contra el presidente Francisco I. Madero conocida como la decena trágica -en la que perdió la vida-, por lo que toda la familia, condenada a muerte, se vio obligada a emigrar a la capital, donde permaneció oculta por algún tiempo. Pase a lo duro de las circunstancias, Aurora -que desde pequeña demostró tener un carácter fuerte y rebelde-, tras ser expulsada de la escuela preparatoria, logró ingresar a la Escuela Nacional de Bellas Artes (...).

Con el afán persuasivo de la escuela mexicana y su punto de vista feminista, Reyes se centró en figuras femeninas -mitologicas e historicas- y plasmó algunas imagenes sobre la gestación, lo cual distingue a esta obra de las demàs de su época. En el arco del primer mural, Trayectoria, introdujo el ideograma de un códice que, según sus palabras se llama “El principio” , es el dibujo sintetizado de una matriz con un óvulo en proceso de gestación, más el signo de la lluvia, símbolo de inicio vital”. Además del énfasis en la procreación, incluyó retratos de mujeres, tanto de la mitología prehispánica como de distintas etapas de la historia, con lo que pretendìa recuperar nuestra memoria de género y también impulsar, con ejemplos concretos e inspiradores, la participaciòn de la mujer en el devenir polìtico y social. Representó una figura de barro de Tlatilco como encarnación de la danza, y en el cielo pintó la imagen de Coyolxahuqui, la luna que “habiendo sido hermana menor de nuestro planeta, quiso ser poderosa y dominarle, y al saber los dioses, cortaron en castigo su cabeza, haciéndola rodar eternamente” (…).

El colectivo de los Fridos

Curiosamente, aunque Frida Kahlo nunca se dedicó a la pintura mural, como maestra consideraba importante que sus alumnos aprendieran dicha técnica. Sostenía que “un pintor se realiza ante un muro” y que el paìs necesitaba la pintura mural. Por estos motivos, por el interés de sus alumnos, y también porque la pintura mural era parte del programa oficial del curso que impartía en La Escuela de Pintura, Escultura y Grabados La Esmeralda, Kahlo enseñó a muralistas sin serlo ella misma.

En 1943, cuando La Esmeralda comenzaba a consolidarse bajo la dirección del pintor Antonio Ruíz, Frida fue incorporada al cuerpo docente para impartir la materia de pintura. Cuando su salud ya no le permitía asistir al recinto, convocó a sus alumnos tomar clases en su casa en Coyoacán. El nùmero de sus estudiantes se redujo considerablemente, hasta conformar un pequeño grupo de jòvenes artistas muy unidos entre sì: Guillermo Monroy, Artura Estrada, Fanny Rabel y Arturo Gracìa Bustos, quien se incorporò un poco más tarde que los primeros tres. Por su cercanía con la maestra, comenzaron a ser conocidos por sus compañeros de generación con el apodo de “los Fridos”.

Según el testimonio de los artistas, los métodos de enseñanza de Frida eran muy libres e informales, pues a diferencia de los maestros académicos, ella no intervenía durante el proceso creativo de las obras sino el final, que era cuando comentaba los aciertos y errores con agudeza y de modo estimulante(…).

María Izquierdo

Sin duda, una de las artistas mexicanas más destacadas y representativas del siglo XX. Desde sus primeras incursiones en el mundo del arte, a fines de la década de 1920, su extraordinario talento, su original interpretación de la mexicanidad y su gran determinación le ganaron un muy merecido reconocimiento nacional e internacional. En 1929, obtuvo su primer exposición individual en la Glalerìa de Arte Moderno, entonces Palacio de BellasArtes de la Ciudad de México, y al año siguiente se convirtió en la primera pintora mexicana en exponer en Estados Unidos, precisamente en el Art Center de Nueva York . A partir de entonces y hasta su muerte, tristemente prematura a sus cincuenta y tres años de edad, Izquierdo desarrolló una prolífica carrera artística.

Izquierdo combina en su pintura elementos aparentemente muy disímilares entre sí, pero que lograba amalgamar de forma lírica. En su muy original iconografía aparecen recuerdos familiares, como los cabezos y los espectáculos circenses de la feria de San Juan, junto con vírgenes y altares domésticos. En consonancia con la tendencia nacionalista de aquel entonces, suele aludir a la realidad historica del México posreolucionario a través de metáforas, como escenas funerarias y desolados paisajes. Muchas veces también incluyó en su obra algunos elementos esotéricos que reinterpretan las propuestas del surrealismo. En todos estos motivos, el protagonista es el color (...).

Dina Comisarenco Mirkin. Nació en Buenos Aires, Argentina, en 1960. Es historiadora del arte, curadora, docente, y editora en el campo del arte y del diseño. Especialista en muralismo mexicano.

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