
Artes de México, cansada de discursos grandilocuentes de gobernadores y gobernados tristes declamando en coro las glorias de aquellas guerras, decide celebrar a su manera concentrando su atención en algo que le parece más inquietante y más rico estéticamente: las moscas.
Señores, voy a contarles
un corrido furibundo,
de los que espantan al mundo
porque son fenomenales.
México, que es capital,
lleno de asombro quedó,
del acto que presenció
porque fue fenomenal.
Nunca en los siglos pasados
se vio acto tan culminante,
porque esto sí es deslumbrante
no son papeles mojados.
El Hombre Mosca ha causado
de todos la admiración:
su acto es de gran sensación
pues lo deja a uno pasmado.
Figuraos, la multitud
bajo el sol desesperada,
pero eso sí preparada
sin tener ya ni quietud .
Por fin, que suena la hora:
¡qué cosa más admirable!
Sube el Hombre sin un cable
cual la mosca voladora.
Hacia la torre derecha
al Hombre se ve subir;
imposible me es decir
una cosa tan bien hecha.
Cual una mosca que anda
tranquila sobre un pastel,
así mismo sube él
(para cumplir la) demanda.*
¡Qué arrogancia! ¡Qué maestría!
esto es arte y es destreza
el Hombre que con presteza
sube en plena luz del día.
Qué agilidad en su trepar:
él no encuentra redundancia,
y todo el mundo con ansia
le contempla en su elevar
En el reloj dan las dos
y él como una mosca errante,
no hay duda, es un gigante
al que mucho le ayuda Dios.
La multitud que es inmensa
presta su contemplación;
es digno de admiración
y también de recompensa.
Puedo probarles, señores,
que más de un corazón late
de que el Mosca se desbarate
y terminan sus funciones.
Cuando ya es la elevación
se abraza bien de la cruz,
es que tiene buena luz
para su contemplación.
Y aún sigue lo admirable
este Hombre sí es un artista:
ya en cruz, como una arista
hace figura intachable.
Queda con un pie parado
sobre la cruz se ejercita:
¡Bah! Esto ya no es mosquita
sino un hombre desalmado.
En la cruz hace piruetas
pero como mucho valor;
allí se acabó el temor
y abajo las bocas abiertas.
A este hombre si por desgracia
a caer fuera a una prisión,
le serviría de diversión
y ni por salir tendría ansia.
De Mosca se acordaría
en un rato muy bien dado;
él estaría salvado
con libertad y alegría.
Y entonces todos burlados
quedarían sin duda alguna;
este Hombre es una fortuna
todos estamos pasmados.
La multitud sorprendida
del acto tan sorprendente,
se mostró benevolente
con el que arriesga su vida.
Toda la gente le daba
dinero muy bien ganado;
este Hombre sí ha triunfado,
justo era lo que ganaba.
Y si no lo quieren creer
ved aquí al Hombre subir,
aunque yo no sé mentir
si soís de mi parecer.
Y con ésta me despido
ya con ganas de volar,
hasta quisiera cantar
otra vez este corrido.
Este texto fue tomado de un impreso sin fecha de Antonio Vanegas Arroyo (1850- 1917).
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