Entre los innumerables temas que han despertado la imaginación de los artistas mexicanos, el circo ocupa un lugar especial.
Redondo como el sol, claro como la luna,
sorprendente, sutil, vertiginoso y puro,
el anillo del circo es un campo magnético
donde imperan si sueño, el azoro, la risa,
la magia de la infancia, la exaltación feliz.
Rueda que nos transporta a un tiempo suspendido,
coro de notas básicas, rehilete, tambor.
Su redobles es la tensa sublimación del cuerpo,
arrojo convertido en pericia y en gracias.
Vivacidad, denuedo, audacia, ligereza:
el circo dilucida su ronda de prodigios.
Arriba, encaramados, boato de la carpa,
ángeles sin camisa bañados por un río
de miradas absortas, con los ojos vendados
los trapecistas vuelan soñando precipicios.
Aros entrelazándose, jarrones, platos, tazas,
cúpulas de puro aire, un arabesco súbito,
un castillo de diablos: ¡son los malabaristas!
Con el alma en un hilo, arriesgando la vida
parsimoniosamente, la equilibrista traza,
tule y terciopelo, las posturas del miedo.
¡Mira a la caballista que ha templado sus pasos
en el difícil limbo de un control absoluto!
Delicadeza, garbo y aplomo enaltecidos.
Una elegante fina e impecable: destreza.
Caballos emblemáticos, dromedarios edénicos,
galopan a la orilla de un tiempo primordial.
Leones llameantes y tigres orbitales
fulgen, saltan, se arquean en el cerco sonámbulo.
Los elefantes, graves bailarines acróbatas,
equidistantes sabios de la piedra y la nube,
con sus cuerpos erigen un trono tutelar.
Estridentes y ambiguos oficiantes nostálgicos
los payasos sacuden el árbol de la risa.
Como ondas en el agua sus reverberaciones
uno tras otro trazan círculos enigmáticos.
En este ruedo simple, ingrávido, astronómicos,
tierno e impredecible aro de las sorpresas
en donde vida y sueño pactan un emotivo
juego que nos conduce sin lazos a un sin límites
al corazón del mundo, nos reflejamos todos.
¡Señoras y señores, niños y niñas, vengan
a disfrutar la gracia, la belleza y la fuerza
girando luminosas: riegos, placer, asombro,
ronda fiel del hechizo que arropa a nuestras almas
en el anillo mágico del circo!
Francisco Serrano. Nació en la Ciudad de México, el 27 de junio de 1949. Poeta. Cursó estudios de Ciencias Políticas, Filosofía y Cine en la UNAM; y de Literatura Francesa en la Universidad de la Sorbona en París. Becario del CME, 1973-1974. Durante varios años trabajó en la administración pública cultural de México. Ha sido coordinador de publicaciones de la DGP de la SEP, 1981-1982; director de Relaciones Internacionales 1983-1985 y director de la revista México en el Arte del INBA.
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