Él fue quien nos publicaba

Mil primores de poesía,

Quien nuestra vida endulzaba

Y llenaba de alegría.

Tenía preciosas historias,

Que al más triste hacían gozar,

Y dejaba en las memorias

Un recuerdo singular.

Los alegres sin medida,

Leyendo sus oraciones

Sentían tan costa la vida

Que prendían sus corazones.

Los niños agradecidos

Sus cuentos leyeron ya,

Que son tan entretenidos

Que los lee hasta su papá.

Y millares de folletos,

Y bibliotecas enteras,

Que llevó a los esqueletos

Y a todas las calaveras.

Lo que es de hoy en adelante

El cementerio será

La invitación más galante

Que cualquier mortal hará.

Allá encontraréis gustosos

Mil lecturas agradables,

Mil cuentos maravillosos

Y versitos admirables.

Historias extravagantes,

Oraciones fervorosas;

Sucesos espeluznantes

Y comedias muy hermosas.

Y sigue siempre vendiendo

Sus ediciones modernas

Y todos siguen leyendo

Esas lecturas eternas.

Si tú gustas, valedor,

La dirección te daré,

Cuando vayas al panteón

Al despacho te enviaré.

Y compras tus calaveras

Y cuadernos de canciones,

Y jotas y peteneras

Que alegran los corazones.

Todo se vuelve gozar,

Ni quien recuerde la vida...

Y quien no sepa cantar

Nomás un cuaderno pida.

Y aprenderás mil cantares

Y olvidará con razón

La soledad, los pesares

Y tristezas del panteón.

Si este año no quieres ir,

Te esperaré el año entrante

Para que cuando vuelvas a venir...

¡tú ya estés pata adelante!

Antonio Vanegas Arroyo. Nació en Puebla y murió en la ciudad de México
(¿1852? -1917). Editor. Instaló su imprenta en 1874, en la cual publico oraciones, corridos, cuentos, canciones y calaveras, frecuentemente ilustradas por José Guadalupe Posada.