28 / 05 / 25
La China Poblana de brillantes lentejuelas
Adolfo León Ossorio

¡Qué sería de la historia de la nación sin la paradoja, la leyenda y la poesía! En México, estos tres elementos confluyen en un personaje: la china poblana, esa emblemática mujer en la que cristaliza y se multiplica la fantasía.

Tenías que ser poblana, china mía,

para llevar a México en tu gracia:

tienes, como la ardiente tapatía,

ojos de fuego y cabellera lacia.

Mirarte, nada más, causa elegía.

Rojos como las flores de la acacia

tus labios son. Y vives de poesía,

y del amor que en el amor se sacia.

Eres la reina de los jaripeos.

Saltan por donde pasas los deseos.

Una alborada enciendes cuando ríes.

Y al bailar nuestro baile mexicano,

son tus menudos pies dos colibríes

picoteando las rosas del jarano.

Adolfo León Ossorio. Se distinguió como orador en las campañas electorales de Madero y Carranza, lo que le valió que el poeta José Inés Novelo lo llamara el “Tribuno de la Revolución”. Ferviente activista revolucionario, plasmó sus ideas políticas en algunos de sus volúmenes. En Rastros de sangre habla del protagonismo de Victoriano Huerta durante la Decena Trágica y lo culpa de las muertes de Madero y Pino Suárez. Yo acuso alude a Felipe Ángeles como culpable de la animadversión que existió entre Francisco Villa y Emiliano Zapata. El Pantano es un severo juicio contra Miguel Alemán. En su libro de memorias, Mis confesiones, narra su participación en la lucha revolucionaria y en el movimiento carrancista hasta su exilio a los países americanos y a España. Escribió fervorosos versos que privilegian su deseo combativo y su espíritu soñador y bohemio.

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