
Hay hilos sutiles que enlazan la época prehispánica y colonial de la Nueva España. Uno de ellos es la leyenda de la Princesa Donaji, bella joven zapoteca que tuvo un destino trágico. De alguna manera esta historia que aquí presentamos marcó la imaginación de los oaxaqueños sobre la fundación de su propia ciudad, en vista de que su nacimiento se consideró garantía de paz entre mixtecos y zapotecas, aunque también presagio de desgracia. Cuando el sacerdote anunció que la recién nacida se sacrificaría por amor a su pueblo, el Rey dijo: “Entonces conviene que sea bautizada como Alma Grande: ¡Donaji!. Más adelante, durante el Virreinato, la voz popular daría vida nueva Donaji, haciéndola aparecer entre un joven pintor español, precedida por un hermosísimo lirio inmune al frío del invierno. En 1827 el Gobierno del Estado eligió a la heroína para figurar en la alegoría del Estado de Armas de Oaxaca. En su libro Temas del pasado oaxaqueño. el doctor Juan I. Bustamante, uno de los mejores conocedores de la historia y costumbres de Oaxaca, cita esta antigua versión del P. Maximiano Amador como el más interesante que existe.
Donaji, pura y bellísima princesa, vegana por los aposentos del palacio de su padre Cosijoeza en Zaachila, presintiendo que el amor podría hacer su aparición en cualquier momento.
Una noche despertó alarmada por un gran estrépito y el sonido de la concha: se desarrollaba un rudo combate entre los soldados de su padre y el ejército mixteca, algunos guerreros de su raza regresaban trayendo varios prisioneros ; uno de ellos venía tan mal herido que se desplomó inconsciente a los pies de Donaji: era el príncipe mixteco Nuhuano, fuego grande, guerrero joven y atractivo. Después de seis meses estuvo en condiciones de volver a su actividad gracias a los cuidados de la princesa. Pero durante ese lapso había brotado entre los jóvenes una pasión avasalladora que duraría hasta la muerte.
Nuhucano se despidió de su amada y se reincorporó a los suyos, se concentraron los tratados de la paz que provocaron la entrega de Donaji como rehén, por lo quedó prisionera de los mixtecos en Monte Albán. Así transcurrió algún tiempo, sin que los amantes se olvidaran nunca uno del otro. Finalmente Donaji envió un mensaje a su padre para que sus tropas atacaran la fortaleza, destruyeran el ejército enemigo validos de la sorpresa, y la rescataran de su humillante situación.
Todo estaba preparado cuando la princesa recibió un inesperado emisario de Nuhucano, comunicándole que esa misma noche, “cuando la luna se encontrará a medio cielo”, iría a verla y estrecharla entre sus brazos. La infeliz princesa se encontró entonces en un horrible conflicto: si su amado se retrasaba podría ser sorprendido por las fuerzas de su padre, seguramente moriría y así lo perdería para siempre; pero por otra parte no había ya manera de evitar el ataque sobre el cerro.
Comenzó a oirse un rumor sordo, creciente, de voces y pasos: el ejército zapoteca venía al ataque…Nuhucano no llegaba…y cuando al fin lo hizo ella, aterrorizada, le dijo: “Oye como canta el tecolote, ave de mal agüero, desde el adoratorio de Cuatro Puertas; antó cuando murió mi madre, cantó en Zaachila cuando llegaste herido y prisionero y ahora vuelve a cantar, anunciando la desgracias. Huye, por favor, tengo miedo…¡oye el ruido del ejército de mi padre que viene al ataque! ¡Caerás en sus manos y no te perdonarán!...¡Huye, huye!. Huhucano se resistía pero al fin no pudo hacerlo y lleno de emoción al ver el temor de Donaji, comenzó a llorar. En ese momento entró un dardo en la habitación y a continuación apareció un tumulto de soldados, entre los que había unos capitanes mixtecos; dos de ellos tomaron a Nahucano y lo pusieron a salvo; otros cuatro se apoderaron de Donaji, la condujeron a las márgenes del Atoyac… y la degollaron.
Juan I. Bustamante. Médico, historiador y político. Fue inspector de monumentos coloniales durante dos décadas. Ha publicado entre otros libros Impresiones de la ciudad de Oaxaca y sus valles a través del tiempo, 1982, Intento de correlación de las diferentes nomenclaturas de la ciudad de Oaxaca a partir de 1792 hasta la fecha 1982.
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